Capítulo 4
Three point shot
4 de Abril, martes.
Mañana.
—¿Qué era lo que tenías que hacer ayer?
—Daiki frunció el ceño metiéndole un
codazo a Takashi.
—Nada… una cosa… No era importante… Dios
—se quejó el chico, mirándolo luego y sintiéndose
algo culpable. Tal vez debería decírselo, pero no
quería causarle problemas a Junji.
—Dejad de discutir… —se quejó Masaki bostezando
y restregándose un ojo. En esa clase no podía apuntar
nada, todo tenía que recordarlo.
Yuki llegó corriendo, tarde como siempre y saludándolos
con una mano.
—¿Ya llegó el profesor? Oh… claro que
no —se rio mirando alrededor.
—Debe estar cascándosela mientras piensa en mí
—le “aclaró” fantasiosamente Mamoru, aunque
el profesor no era su tipo para nada, pero le gustaba meterse con
él. Se sentó en las escaleras, bostezando ruidosamente
y echando la cabeza hacia atrás, provocando que su hermano
se tapase la cara con la pashmina un poco más. Mamoru sopló
hacia él al verlo, riéndose.
—Para… tsk… —se levantó de donde
estaba sentado, sin encontrarle la gracia a que compartiese con
él sus miasmas.
—¿No te vas a cambiar? —le preguntó
Yuki interesada y alzando la mirada al ver que llegaba el profesor.
El moreno venía con toda la calma del mundo y con cara de
haberse quedado dormido.
—Chicos y chicas, se os acabaron las vacaciones y desgraciadamente,
las mías también. Poneos en línea o algo así
para poder saber quién se está haciendo el loco…
—Faltan Takeda y Masato —le aclaró Mamoru para
que pasasen ya a hacer gimnasia de una vez, mirándole para
la barriga y aproximándose a levantarle un poco la camiseta
—. ¿Todavía no te sale panza? —le preguntó,
provocando algunas risas, aunque a su hermano mayor no le hacía
ninguna gracia precisamente.
—Siento decepcionarte. Algún día te presentaré
a alguien… para que puedas satisfacer tu fetiche —le
contestó el profesor, acercándose un poco a su cara.
Miró al otro chico luego ya que no lo reconocía y
vestido así… —. El que me diga el nombre del
nuevo hace una vuelta menos —anunció provocando un
coro de chicos y chicas inmediatamente.
Shinya frunció el ceño porque llamase la atención
sobre él, pensando que se lo podía preguntar directamente.
Iba a aproximarse a decirle que estaba exento, pero ya no tenía
ganas, así que se acercó y le dio la hoja de su médico,
sentándose de nuevo en las escaleras tras él.
—Tú ponte ahí… que ya sé yo por
qué… —le dijo Mamoru, haciendo que el otro le
mostrase su “dedo especial”.
Hideo leyó la nota con gesto grave, aunque en realidad no
le importaba demasiado.
—Bien, Shinya va a pasar un tiempo de calidad conmigo. Todos
los demás correrán diez vueltas alrededor del gimnasio
para calentar.
—Profesor… ¿qué pasó con lo de
“quien me diga el nombre del nuevo hace una vuelta menos”?
—lo citó Masaki.
—Es que casi todos contestaron… Bien, todos hacen diez
vueltas, excepto Mamoru y Daiki que no abrieron la boca. Ellos hacen
once —sonrió ante la cara que le puso Daiki —.
Andando, a correr…
Mamoru se rio, pensando que le daba igual.
—De todas formas sabes que vamos a acabar antes que los
demás. Deberías darlas tú también —le
recomendó, aunque finalmente yendo a correr y persiguiendo
a Masaki para ver si lo molestaba un poco.
Shinya alzó la mirada a la espalda del profesor, esperando
a que se voltease y dijese algo “ingenioso” de nuevo.
Sin embargo, Hideo se quedó de pie observando a los chicos
y las chicas correr, antes de girarse para mirarlo. Se sentó
a su lado sonriendo un poco.
—¿Cuál es tu historia?
—De pequeño me metieron en la incubadora al nacer…
—comenzó aunque estaba bromeando al parecer —.
No puedo hacer gimnasia, eso es todo. Soy débil, y no me
puedo cansar —bajó la mirada y observó sus brazos,
pensando que era fuerte. Estaba acostumbrado a ver a su hermano,
claro, pero no tenía ningún atractivo.
—Hum… No voy a discutir contigo si no quieres hacer
gimnasia, pero es una manera de fortalecerte. ¿Qué
te sucedió en el ojo? —le preguntó intrigado
y moviéndose un poco la camiseta sintiendo calor por la manera
en la que vestía el chico.
Shinya lo miró dubitativo, por una parte le daban ganas
de soltar sus motivos sin más. Y por otra…
—No tengo.
—Oh, lo lamento… —miró a los chicos por
un momento, señalándolos y gritando —¡Takashi!
¡No hagas trampa y corre!
El albino casi pega un salto, pero se rio, acelerando un poco.
—¿Cómo sucedió entonces? —volvió
a preguntarle Hideo a Shinya como si se le hubiera pasado la lástima
en cuestión de segundos.
—Sí que tengo… —suspiró, pensando
que casi lo mataba de un infarto a él también. Se
bajó un poco el parche y se lo mostró —. Es
sólo que leí algo… y ahora no quiero quitármelo.
—Bueno, yo también me he quedado traumatizado con
cosas que he visto o leído, pero por lo general no me cubro
los ojos. Esas cosas no se te graban en las pupilas —le sonrió,
pasando por alto el que lo hubiese engañado —. ¿Qué
leíste?
—Que pueden entrarte huevos de no me acuerdo qué
insecto en los ojos, te anidan ahí… y luego te sale
un gusano en el ojo… —lo miró entrecerrando los
ojos un poco y poniéndose nervioso de pensarlo.
—Hum… ¿Y qué pasa si te entran en el
otro ojo? ¿Te alternas el parche? —le preguntó
sonriendo un poco de manera maldita.
—Ya lo he pensado, pero tampoco quiero matarme por evitar
eso —resopló, pensando que se estaba burlando cómo
no. Pero era verdad, ese peligro existía —. Seguro
que mi hermano te cae muy bien.
—Hum… es divertido —lo miró con interés
por esa reacción —, pero tú eres el más
inteligente, ¿o no?
—Cualquiera es más inteligente que mi hermano, y
eso no me consuela —confesó de pronto, aunque no sabía
ni por qué lo había dicho con tanta sinceridad —.
La verdad es que odio esto, preferiría seguir en casa.
—No digas eso, soy bastante agradable —sonrió
rodeándolo por los hombros con un brazo y mirando a los chicos
que aún corrían —. ¡Con más ánimos!
¡Las niñas lo hacéis mejor!
Yuki se rio saludándolo y sobrepasando a Daiki que frunció
el ceño. No tenía ganas de estar haciendo eso.
—¿Te aburres?
—¿En clase? Supongo, a veces. He seguido dando clases
en casa y… —le empezó a contar, aunque estaba
nervioso por el contacto, además de que olía a que
debía de haberse duchado antes de llegar —ya me sé
todo eso —acortó, carraspeando un poco.
—No le metas mano a mi hermano —Mamoru pasó por
delante de ellos y se rio mirando al profesor.
—¡No estés celoso, mi corazón va contigo!
—le contestó, sin pasársele por alto que Masaki
los miraba también —Pero no dabas clases de gimnasia
en casa, ¿verdad?
—Claro que no, la gimnasia no es necesaria. Sólo daba
clases normales —alzó una ceja, mirándolo de
soslayo y pensando que no se comportaba como el resto de profesores
—. ¿Eres gay?
—No, pero soy un depredador sexual. No me importa el sexo…
—se inclinó hacia él sonriendo.
Shinya bajó la cabeza y resopló un poco.
—Pues ya sé por qué te llevas bien con mi
hermano entonces. Y yo no soy como él —le advirtió
—. Y no sé cómo te atreves a decir eso así,
podrían despedirte por pervertido.
—Es una broma. ¿Acaso crees que si fuera un depredador
sexual te lo diría? —se rio, apartándose y suspirando
—Soy un incomprendido. Y sí, soy gay, pero no te estaba
metiendo mano.
—Pues no lo sé, podrías serlo con esa cara
que tienes, y además… nadie me creería si lo
dijera —lo miró a los ojos, pensando que no hacía
falta que le aclarase —. Tampoco tengo nada en dónde
meter mano.
—Hum… —Hideo lo miró a los ojos, o más
bien al ojo que tenía destapado —¿Siempre dices
ese tipo de cosas?
—Teniendo en cuenta que ayer hablé con alguien más
que con mi hermano, mi profesor, mi médico y mis padres después
de dos años en casa… No, creo que no digo esas cosas
a menudo, aunque puede que a partir de ahora lo haga.
—No las digas, míralos… —los señaló
pensando que pronto acabarían de dar las vueltas y se le
acabaría el descanso —¿Crees que todos ellos
son mejores que tú?
—Claro que no, no lo son. ¿Y qué? —lo
miró, ya que no estaba seguro de a dónde pretendía
llegar.
—Que no es necesario que te rebajes delante de los demás
—exhaló de nuevo pensando que tenía la cabeza
dura, pero eso le causaba gracia —. Tienes que seguir viniendo
a gimnasia, ¿sabes? Aunque no quieras participar… ya
pensaré en algo.
—¿Algo como estudiarme los músculos o una
cosa así? —le preguntó, pensando en un libro
de educación física que tenía en su cuarto,
por motivos muy distintos a los didácticos —. Y no
me rebajo, ya mi hermano lo hace para que yo no me canse.
—Yo me encargo de tu hermano… —se rio el profesor
sin mirarlo aún —Y eso no es divertido… Los músculos
los puedes estudiar en la clase de ciencia y además seguro
que ya te los sabes.
—La verdad es que sí, pero sí es divertido
—objetó, a pesar de que sus motivos no eran muy estrictos
—. ¿Por eso das clase de gimnasia? ¿Te parece
divertido? —le preguntó, viendo que su hermano ya había
terminado y se acercaba secándose la cara con la parte de
abajo de la camiseta.
Le miró aquel cuerpo tan marcado y luego a los ojos, chocando
con su mirada y frunciendo el ceño al ver su sonrisa maldita.
—Mi hermano es incestuoso —le dijo a Hideo.
—Sí, mira… —murmuró el mayor,
pensando que se había terminado la tranquilidad.
—Yo siempre digo que hay que explorar todas las posibilidades.
Así que Mamoru… ¿es incestuoso de pensamiento
o de acción?
Daiki se detuvo con cara de espanto alejándose enseguida
con la excusa de ir a secarse el sudor.
—Sí, de acción ya me dirás tú
cómo, si no tiene ni media hostia.
—A lo mejor te meto mano cuando estás dormido, y
te miro mientras te paseas en calzoncillos por toda la casa, rascándote
el culo sin ninguna conmiseración por mis ojos —le
replicó Shinya.
—Si lo dices con tantos detalles me lo voy a creer…
Yuki, déjame que te meta mano para que se me quite el asco
—le pidió riéndose, tirando de sus muñecas
para ver si conseguía sujetarla.
—No… Me estoy guardando para alguien especial…
—se rio la chica pasándole de largo para que no la
sujetase.
—¿Ves? ¿Cómo no va a ser divertido esto?
—le preguntó Hideo a Shinya, poniéndose de pie
y esperando a los que quedaban rezagados —¡El último
irá a limpiar mi casa, rápido!
—Sí, qué divertido si vivieses con él…
—murmuró para sí Shinya, levantándose
y guardándose las manos en los bolsillos.
Mamoru estaba sujetando a Takashi por detrás y haciéndole
cosquillas mientras “arrimaba cebolleta”. Todavía
no comprendía por qué les agradaba.
—Estás calentito de sudar.
—Si quieres vamos a las duchas y te pongo a sudar a ti…
—se rio el albino mientras Masaki pasaba frente a ellos.
—¡Voy a recordar eso! —les advirtió rojo
por alguna razón.
—¡Ven aquí! —le persiguió Mamoru,
levantándolo del suelo y colgándoselo al hombro —Luego
escribe esto —le metió la mano en el bolsillo y cogió
su teléfono, pasándoselo a Takashi —. A ver,
tómanos una foto para su libreta.
El albino se rio tomándosela y luego otra enfocando las
nalgas de Masaki para molestar.
—Va a quedar hermosa esta…
—¡No! Mamoru, voy a escribir que abusabas de mí
—se rio el chico pataleando.
—Qué bien, entonces mejor será que lo haga
—le dijo apretándole una nalga antes de dejarlo bajar,
y antes de que fuese perjudicial para sí mismo.
—Esto se me está saliendo de las manos. Shinya, ¿sabes
las reglas del basket? —le preguntó el profesor de
pronto.
—Sí…
—Sí porque ve esas cosas por… Ah… —el
moreno se rio por el codazo que le había metido su hermano
en el estómago —. No te doy porque eres tú.
—Ya sabemos… —murmuró Shinya, que se
estaba aguantando la risa.
—Ya veo que sí te gusta el boxeo. Te traeré
unos guantes —se rio el profesor —. Chicos… todos…
Vamos a jugar un partido. Shinya va a ser el árbitro ya que
no puede correr. ¿Vale? Daiki, deja de esconderte…
—No me estoy escondiendo —protestó el moreno
acercándose. No sabía cómo lo habían
contratado de profesor.
—Somos muchos así que el que cometa una falta queda
fuera. Y al que se le ocurra cometer faltas para descansar…
lo pondré a hacer lagartijas hasta que se acabe la clase.
—No te aproveches para decir que hago faltas… —le
advirtió Mamoru a su hermano.
—No te aproveches de que me has advertido, para hacerlas,
que no me das miedo ninguno —le aseguró, alzando una
ceja y sentándose de todas formas sobre una colchoneta enrollada.
Las clases de gimnasia iban a ser un suplicio.
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