Capitulo 30
Intensive research
Sábado 12 de Diciembre.
Noche.
–No regresó... –murmuró Serkan, que
había salido a buscar algo para cenar allí, mientras
hacían tiempo por si Yaku regresaba a observar la cinta.
Kawa había llamado para decirles que el lunes se pasaría
por allí a ayudarlos y él ya tenía listo el
video.
Se puso unos auriculares y le pasó otros a Shio.
–A ver si escuchamos algo.
Shio asintió, colocándoselos y mirándolo serio,
aunque le daba la risa al pensar en Yaku escapándose. No
tenía que hacer eso, era un adulto.
Serkan observó la pantalla del ordenador, tratando con
filtros el sonido, intentando separar y depurar un poco más,
lo que él recordaba haber escuchado. Podía discernir
los gritos que pertenecían a aquel momento y lugar, y los
que se filtraban.
Cerró los ojos, tratando de recordar pese a que le desagradase,
deseando notar algo nuevo que pudiese ayudarlos.
Shio se sujetaba los audífonos con fuerza contra los oídos,
intentando eliminar todo ruido externo, a pesar de que ya de por
sí, eran a prueba de aquello.
–Hay un sonido... como un ruido blanco. ¿Lo escuchas?
–le preguntó a Serkan como pidiéndole que lo
subiera un poco más.
El moreno entreabrió los ojos.
–Creo que puedo limpiarlo un poco... –movió
la mano sobre el ratón, intentando lograr un sonido más
claro. No podía oír bien, y volvió a cerrar
los ojos, imitando el gesto de Shio al sujetarse también
los auriculares. Sólo era gritos, nada más, pero de
pronto, escuchó un ligero chasquido y la palabra “Aquí”.
No era muy significativo, pero la grabación era larga, podía
haber algo más. Por algún motivo sintió que
su mirada se nublaba pese a tener los ojos cerrados.
“Así, despacio...” –una risa nerviosa
a continuación –“Despacio es cómo se hacen
estas cosas... ¿estás disfrutando al escuchar el sonido
de tu piel al abrirse?”
“¡Humph...hu!”
Apretó las mandíbulas, ¿Qué estaba
viendo? Estaba sumido en aquella oscuridad de nuevo, y en el medio
de la misma varias luces parecían apuntar a una mujer que
sobre algo similar a una mesa de torturas, estaba esposada y rodeada
de personas, no, más bien simplemente de rostros que la observaban,
completamente blancos en esa oscuridad. No podía moverse,
pero tenía los ojos muy abiertos y se quejaba llorando, amordazada.
Podía ver cómo la iba abriendo en canal, el filo
de la cuchilla separando su piel. Ella pareció por fin sentir
el dolor y soltó un grito agudo, insoportable.
Serkan abrió los ojos de golpe, sudado y pegando tal empujón
a la mesa, (porque era lo que tenía delante) que su silla
se volcó hacia atrás. Se quedó tirado en el
suelo, mirando hacia delante, los auriculares habían quedado
a medio colgar de la mesa.
–¡Serkan! –Shio lo llamó, levantándose
de golpe para arrodillarse a su lado, sujetándolo por los
hombros, preocupado por su reacción. Había escuchado
algo también, algo como una risa y aquellas palabras agresivas,
pero nunca había visto a Serkan asustarse así –¿Estás
bien? ¿Qué sucedió?
–¡No lo sé! –lo apartó de él
con un brazo, claramente alterado. ¿Qué había
sucedido esa noche? Esa era realmente la pregunta, se quedó
allí sentado, mirando al suelo y respirando de forma agitada.
No recordaba nada, pero aquello que acababa de ver, no podía
ser, simplemente... había trascurrido allí dentro,
no en el exterior, y ese no era él. No era él, a pesar
de que lo hubiera visto en primera persona.
–Serkan... –Shio permaneció allí a pesar
de todo, tentado de mirar en su mente, pero en vez de eso, volvió
a acercarse –Serkan, no me apartes. Dime lo que sucedió,
sabes que es importante. Podría ser peligroso y además...
Déjame ayudarte.
–No, sólo era otro recuerdo de lo sucedido –le
contestó a la defensiva –. No tiene importancia –No
me estoy volviendo loco, pensó. Pero tampoco podía
explicarle a nadie lo que le preocupaba, ya sabía lo que
dirían, y no pensaba hacer eso, ni la opción que le
daría uno, ni la del otro. Sin embargo, a pesar de toda aquella
fuerza que creía tener, aún no era capaz de ponerse
en pie.
Shio lo sujetó nuevamente para ayudarlo.
–No lo sé, el caso es que lo viste justo en este momento.
Tal vez debería hacer esto solo por ahora... Escuché
algo, pero no quiero exponerte más.
–¿Qué escuchaste? –le preguntó
preocupado de que se revelase algo de lo que recordaba, algo que...
lo implicase –No me siento expuesto...
–protestó, levantándose y recogiendo la silla
que había volcado, se rio preguntándose por qué
había reaccionado de semejante forma. Sí, se había
sentido encerrado allí de nuevo.
Shio lo miró extrañado, estaba actuando de manera
inconsistente.
–Una risa y unas palabras... algo acerca de cortar a alguien.
Tendría que escucharlo de nuevo... –le confesó,
ya que la reacción de Serkan lo había distraído
–. Estoy seguro de que no es lo único, parecía
haber más voces...
–Bien, escúchalo de nuevo, yo... voy a fumarme un
cigarro... –colocó los auriculares sobre la mesa, seguro
de que no lo escucharía de nuevo en esa cinta, eso había
sido algo en su mente, que de alguna manera le había proyectado.
Cogió la cajetilla de encima de la mesa para sacar un pitillo,
sujetándolo entre dos dedos, y notando que le temblaba la
mano, la apretó cerrando el puño tras colocarse el
cigarro en los labios.
–No vayas muy lejos... –le pidió, seguro de
que no le haría caso, pero realmente estaba preocupado. Serkan
no había visto la palidez de su propio rostro, si volvía
a caer en un coma o algo peor... Apartó la silla, sentándose
y colocándose los audífonos, aunque continuaba mirando
al moreno de soslayo.
–No... –Serkan pretendía ponerse la cazadora
y tomarse una cerveza, pero antes de llegar a la puerta comenzó
a tener miedo de lo que pudiese hacerle a alguien, o de dónde
pudiese despertar al día siguiente. De hecho, aquella mañana
estaba ahí, cubierto de sangre y con un dedo en su mano como
si tal cosa, ni siquiera sabía si lo habría visto
alguien e iba a ir la policía a buscarlo de pronto a su casa.
¿De quién era aquel dedo para comenzar? Mejor no saberlo,
lo que sí sabía, era que no parecía haber sido
cortado con una cuchilla como en esa visión, más bien
se veía arrancado o algo así. Por más macabro
que pareciese lo había guardado, comenzaba a sentirse tal
y como lo haría un asesino psicópata. Se dejó
caer sentado en el sillón, tenía que encontrar un
modo de detenerse, no se dormiría esta vez.
Shio se quitó los audífonos sin poder evitarlo, acercándose
y sentándose a su lado. Por más curiosidad que sintiera,
la cinta podía esperar.
–¿Estás seguro de que no quieres decírmelo?
Te ves terrible.
–Y crees que hablar de ello me va a ayudar... –torció
la sonrisa, llevándose el cigarro a los labios otra vez –.
Había alguien en una camilla y la estaban abriendo en canal,
fin –lo miró a los ojos –. No me siento mejor.
–¿Es algo que viste cuando estabas allá? Dijiste
que era un recuerdo –continuó, ignorando su sarcasmo.
Tal vez no le hiciera bien hablar de eso, pero no quería
que le sucediera algo malo por no estar informado.
–Sí –no mentía, de hecho, eso no podía
ser nada relacionado con el suceso de la noche anterior, claramente
era algo de aquel otro lugar. Se recostó un poco más
contra el respaldo, preguntándose si su hermano seguiría
con ese tío.
Shio lo miraba atentamente y antes de que se diera cuenta, extendió
un brazo, colocando una mano sobre la frente de Serkan.
–No volverás a ese lugar.
–Lo haré, y tú conmigo –le devolvió,
sujetándole la muñeca y apartándole la mano
aunque no de forma brusca ni mucho menos –. ¿Me estás
tomando la fiebre?
–No... –sonrió Shio, observándolo –Era
un intento de consuelo, no soy muy bueno para esas cosas. ¿Realmente
quieres regresar?
–Sí. Ya lo sabes, no sé cuántas veces
pretendes preguntármelo –de todos modos aún
me siento allí, pensó, sin embargo, y aunque no pensase
decirlo de ninguna manera, se alegraba de no estar solo –.
No quiero, lo necesito.
–¿Por qué? Estás de vuelta, no tienes
que regresar. Sinceramente, no creo que debas hacerlo –le
confesó ya que no lo veía muy recuperado.
–No necesito tú permiso, comienzo a hartarme de esa
pregunta... Puedo decírtelo mil veces, pero la respuesta
va a ser la misma –lo miró a los ojos con el ceño
fruncido, resoplando, era realmente insistente.
–¡¿Acaso quieres morir?! ¿Quieres...
perder lo que has recuperado? –le preguntó, sintiéndose
extraño por haber alzado la voz luego de lo que acababa de
suceder. Además, sabía que estaba siendo hipócrita,
él mismo se moría de ganas por ver aquello, pero Serkan
lo desesperaba.
–¿Y qué he recuperado, eh? Dímelo...
–se rio porque se pusiera de ese modo, y lo miró a
los ojos –. ¿No tendrás miedo tú de perder
algo?
–Tu vida... ¿No valoras tu vida? –le preguntó,
apartándose un poco porque había tenido ganas de abofetearlo.
Se pasó una mano por el cabello, exhalando –Las cosas
cambian cuando sucede algo así.
–Mi vida está en este laboratorio, y eso es todo,
igual que la tuya, deja de desesperarte y ponerte histérico.
Eres como mi hermano, los dos necesitáis que alguien que
sí sabe lo que quiere, os haga hacer lo que vosotros mismos
deseáis.
–¿Como esto? –le preguntó, sujetando
su rostro y besándolo con fuerza, apartándose tan
sólo un poco luego –Haces que quiera matarte.
Serkan se quedó sorprendido en un primer instante, y se
dejó besar, aunque no pudo tener la boca cerrada luego.
–¿Sí, eh? Entonces debes de ser un psicópata,
porque parece que te gusta la sensación –se aproximó
a sus labios y le mordió el inferior ligeramente, girándose
sobre él para colocarse de rodillas a los lados de sus piernas,
haciéndolo recostarse en el respaldo mientras lo besaba de
forma intensa.
Shio lo sujetó por la nuca, su lengua lo buscaba y tiró
de él un poco para contestar
–Si lo soy, es por tu culpa. Sé un buen chico...
Serkan le dio una última calada al cigarro y lo dejó
sobre la mesa, inclinándose sobre él de nuevo y besándolo
de forma posesiva incluso.
–No puedo, no recuerdo cómo... –torció
la sonrisa contra sus labios, sujetándole las muñecas
y apoyándose contra el respaldo con las manos para “crucificarlo”
con su peso.
–Recuérdalo... antes de que llegue tu hermano –le
sonrió de vuelta, luchando un poco contra él. Era
completamente distinto a como había sido antes, por lo menos
en comportamiento.
–Si llega, que llegue, no creas que me importa que nos vea
así, tal vez aprenda algo –se inclinó y lo besó
de nuevo, ocupándose después de su cuello, succionando
los músculos fuertes del mismo y mordiéndolo varias
veces. Lo mucho que había deseado aquello, pocas personas
lo comprenderían. Sus manos se cerraron aun más en
las muñecas del otro, pegándoselas a la cabeza.
–A mí sí me importa –protestó
Shio, a pesar de que había movido la cabeza como ofreciéndole
su cuello. Todavía no podía creer lo que estaba haciendo
y lo inadecuado de aquel momento.
–Calla... –protestó, soltándole la muñeca
izquierda y bajando la mano a su entrepierna. Le apretó los
genitales con firmeza, masajeándolos sobre la tela sin abandonar
su cuello, y poniéndolo duro antes de bajarle la cremallera
poco a poco.
–Deberíamos estar trabajando... –jadeó
el moreno, terriblemente excitado, su mano bajando para sujetar
la mano de Serkan, aunque no hacía ningún esfuerzo
por apartarlo.
–Y te estoy trabajando... –resopló contra sus
labios de nuevo, besándolo y succionando su lengua, tirando
de ella con los dientes para hacerlo sacarla de entre los labios.
Lo miró a los ojos excitado, había deseado ver aquella
expresión en él. Volvió a besarlo de forma
más profunda, su mano colándose bajo la ropa para
masajear el sexo del moreno, la saliva resbalando por la comisura
de sus labios dada la forma en la que se besaban.
Shio cerró los ojos, devolviendo aquellos besos, con el
aliento agitado. Había mirado en su mente por un segundo,
pero era muy extraño verse así, y aquello era todo
en lo que estaba pensando el moreno en ese momento.
Serkan se apartó de él y se sentó a su lado,
tirando de su brazo para atraerlo sobre sus piernas.
–Ven aquí... –susurró mirándolo
a los ojos.
Shio se colocó sobre él con un movimiento suave,
casi como si estuviera hipnotizado por el chico. ¿Cómo
se podía cambiar tanto y a la vez...?
–Aún sientes lo mismo, ¿verdad?
–Sí... –le contestó con naturalidad,
pero sus manos estaban subiéndole el jersey, y con los labios
y la lengua devoraba su pecho y abdomen. Estaba duro y firme, tal
y como lo había imaginado. Bajó las manos y las metió
por dentro de su ropa, sujetando sus nalgas desnudas y resoplando
con la mirada baja, observando su sexo erecto.
–Serkan... –jadeó Shio mirándolo. Sus
ojos parecían los de un animal salvaje, lo ponía caliente,
más de lo que hubiera imaginado –Parece... que me fueras
a devorar... –le confesó, riéndose y tocando
su propio cuerpo, mostrándole.
–No he dicho que no vaya a hacerlo... –tiró
de su ropa más, sacándole el jersey y tirándolo
al suelo. Aproximó el rostro a su cuerpo, lamiendo entre
sus pectorales e inclinándolo luego hacia él mientras
se llevaba los dedos a la boca. Bajó la mano y los pasó
por su entrada, humedeciéndola antes de empujarse con ambos
dentro, mordiéndole el costado porque era lo que tenía
a la altura, y moviendo los dedos dentro de él adentro y
afuera con fuerza.
Le volvía loco aquel cuerpo, y estar inundado por el olor
de su piel clara. Era el hombre más sensual que jamás
hubiera conocido, se sentía enfebrecido a pesar de su apariencia
controlada. Le estaba mordiendo y succionando cada centímetro
de piel que alcanzaba con los labios.
Shio apretó la quijada, casi gruñendo a través
de los dientes. Se aferró a los hombros de Serkan, revolviéndose
sobre él, aunque su cuerpo pedía más. Realmente
era salvaje, lo tenía agradablemente sorprendido, incluso
había olvidado sus preocupaciones anteriores.
Serkan lo alzó con las manos en las nalgas, sin apartar
los dedos de su interior, y se escurrió por el sillón
para tomar su sexo entre los labios. No se dio ni un segundo, lo
lamió con voracidad, golpeándolo con la lengua antes
de succionarlo profundamente, estrujándole las nalgas y haciéndolo
moverse contra él. No le importaba si su camiseta ya estaba
empapada por la saliva o si alguien podía llegar de pronto.
Sólo estaba pensando con una cosa, y esa cosa estaba dolorosamente
apretada dentro de sus jeans. Casi como él, encerrada, y
cuando la dejase salir por fin, no iba a darle tregua.
–No lo hagas... –jadeó Shio sin poder contenerse,
riéndose un poco después por haber hecho eso, pero
los gemidos lo interrumpían. De todas maneras le era imposible
concentrarse así. Su sexo estaba pulsando como loco. Al final
Serkan tenía razón, estaba necesitando aquello con
desesperación.
–Eso no se hace... –le dio en las nalgas con una mano,
empujándole la cabeza hacia abajo después para que
se arrodillase en el suelo. Dejó la mano apoyada sobre su
cabello negro mientras se abría el pantalón, dejando
salir su sexo, que se inflamó un poco más incluso,
al sentirse liberado –. Primero lo primero... no quiero hacerte
daño por falta de lubricación –se rio entre
dientes, observándolo.
–Daño, ¿eh? –lo miró, pensando
que realmente se estaba pasando, pero prefería no confesar
que le gustaba esa actitud. Se metió su sexo en la boca,
succionándolo, y estremeciéndose por aquel sabor,
por estar haciendo algo que se sentía tan prohibido. Se sujetó
de sus caderas, moviéndolo un poco.
–Sh... –Serkan se levantó respirando entre los
dientes. Entrelazó los dedos en su cabello, sintiendo que
el calor subía por todo su cuerpo. Se sacó la camisa
y la camiseta y las dejó por cualquier lado, moviéndose
dentro de su boca con fuerza, observándolo excitado –Ah...
–se rio entre jadeos –, por fin te tengo así
–susurró, manteniéndose dentro de su boca y
dejando su sexo salir luego, sujetándoselo para rozar la
punta contra sus labios, sin dejarle succionarla de nuevo, rozándola
contra aquella quijada tan masculina y empujándola de pronto
otra vez entre sus labios, cerrando los ojos y dejando caer la cabeza
hacia atrás ligeramente.
Shio continuó succionando su sexo, apretando los dedos
contra las caderas de Serkan, dejando aquello luego para lamer sus
testículos. Yo te tengo a ti..., le envió mentalmente,
sonriendo un poco y volviendo a introducirse su sexo en la boca,
ahora succionándolo con más fuerza aún.
–Humph... –Serkan frunció el ceño, a
pesar de que se sentía tan bien que acababa de contenerse
para no gemir. Salió de entre sus labios y se arrodilló
frente a él, tirando su camisa a la espalda del moreno y
acostándolo en el suelo al acosarlo con la proximidad de
su cuerpo –¿Quién tiene a quién? –le
abrió las piernas con una rodilla, metiéndose entre
ellas y con una mano ayudándose a penetrarlo.
Aquello también parecía parte de un sueño
dado lo nublada que se sentía su mente. Tenía la cabeza
baja contra el cuerpo del moreno y alzó la vista despacio,
deslizando la lengua por su piel, dibujando la línea de su
garganta hasta su quijada. Se empujó de golpe entonces, embistiéndolo
con brutalidad y sujetándole las muñecas de nuevo
por encima de la cabeza.
Descargaba el peso en ellas con sus manos, y sus ojos dorados
lo observaban fijamente, entrecerrados por el deseo. Se mantenía
un poco alejado, tanto como daba el largo de sus brazos algo doblados,
sin aproximarse más, no quería demostrarle lo mucho
que lo tenía. No quería perderse por completo en aquel
cuerpo, en sus labios...
Shio sonreía gimiendo, sus brazos tensos por el placer y
por sentir aquel peso sobre los mismos, su pecho bajaba y subía
con su respiración, acelerándose más a cada
embestida. Era increíble, y por el momento no quería
cuestionarse lo que estaba sucediendo, sólo disfrutar de
aquello. Su sexo estaba pulsando entre ambos. Quiero ver tus ojos,
le pidió mentalmente. A pesar de todo, siempre había
tenido buena comunicación con Serkan.
Él lo miró fijamente, observando sus gestos y apretando
las mandíbulas con fuerza, entreabriendo los labios de todos
modos. Respiraba de forma agitada, y no parecía contenerse
para nada. Sus caderas se rozaban tanto como quería contra
las del otro, frotándose, golpeándolo. Era como si
no conociese la vergüenza, como cuando uno está en su
casa a solas, y se desinhibe por completo. Finalmente no pudo resistir
más su mirada y se inclinó mientras se empujaba dentro
de él, su flequillo corto rozándole la frente mientras
sus labios se frotaban, pero seguía sin besarlo, cómo
si no pudiese dejar de apretar las mandíbulas.
Shio alzó la cabeza, entreabriendo los labios, lamiendo
los del moreno e intentando besarlo, pero sentía que se le
resistía, no comprendía aquello. Tal vez sólo
lo estaba castigando por no haberle hecho caso antes.
Serkan dobló los brazos, lamiéndole los labios y
besándolo profundamente sin poder contenerse. Pero efectivamente,
tal y como pensaba o sugestionado por ello, sonidos, voces e imágenes
vinieron a su mente como un torrente desbocado, pero no se detenía,
lo sujetó con más fuerza, los tendones de sus manos
marcándose, sus caderas golpeándolo aun más
fuerte como si pretendiese opacarlo todo de aquella manera.
El orgasmo de Shio llegó antes de lo esperado, recorriendo
su cuerpo por oleadas. Sentía una extraña confusión
en la mente, pero cerró los ojos, concentrándose en
lo que estaba sucediendo, en Serkan, la manera en la que lo besaba.
No sabía cómo había podido negar aquello hasta
ese momento.
Serkan soltó una de sus muñecas y le estrujó
el cabello, mordiéndole los labios y entrecerrando los ojos
mientras se corría dentro de él. No se estaba conteniendo
para nada, sabía que alzaba la voz entre jadeos y volvió
a besarlo, tratando de calmarse poco a poco. Su cuerpo aún
se estremeció una vez más, y le succionó la
lengua en ese mismo instante, dejando por fin sus labios y bajando
la cabeza a un lado de su rostro.
Shio giró la cara para mirarlo, tocando su mejilla con una
mano y sonriendo un poco.
–Lo siento... Debí ser más sincero desde un
principio.
–Me da igual... –murmuró contra su cuello,
pasándose una mano por el cabello, y pensando que estaba
húmedo. Se empujó dentro de él una vez más,
antes de salir de su cuerpo, a pesar de que no tenía ganas
de levantarse, aunque estaban en el suelo del laboratorio.
Shio sonrió de nuevo, sujetándolo.
–No te levantes aún, déjame sentirte un poco
más...
Serkan giró la cara, mirándolo a los ojos con una
sonrisa maldita y algo infantil en los labios.
–Oh... ¿pero no soy un crío inmaduro y todo
eso? ¿No te decías mentalmente que no querías
andar cambiando pañales? –se inventó luego.
–Nunca dije eso... ¿Usas pañales? –le
devolvió malditamente también –Sigues siendo
un crío inmaduro, pero eres un crío sexy.
–No, no los uso, a ti te queda menos para hacerlo... –le
devolvió, apoyándose en los codos y observando sus
ojos, sacándose de encima y pasándole la mano por
el pecho –. Tú eres un sexy daddy.
Shio se rio, negando con la cabeza.
–No voy a usarlos nunca... Me moriré antes de eso.
–Calla anda... –protestó, frunciendo un poco
el ceño y apoyándose en un codo –. Menos mal
que no vino.
–¿Yaku? Seguramente está entretenido con su
novio –se rio Shio, levantándose y buscando su ropa.
Menos mal que no había ido nadie a visitarlos tampoco. Bueno,
era sábado después de todo.
Serkan cogió su camisa, ya que el otro había estado
encima todo ese tiempo, y empezó a vestirse, aunque no tenía
nada de ganas. Se preguntaba si había sentido aquello justo
antes de correrse, pero la verdad es que no estaba seguro de querer
saberlo.
–No pretendo apresurar las cosas, pero quiero saber qué
significa para ti esto... –le dijo de pronto, cerrándose
los jeans y cogiendo el cigarro que había apagado antes,
para encenderlo de nuevo –. Si sólo ha sido un polvo,
por mí está bien.
–No –le aseguró de manera casi sentenciosa,
acercándose a él y mirándolo a los ojos –No
sé qué me impulsó a actuar así, pero
te aseguro que no ha sido sólo un polvo. No contigo, y espero
que no haya sido sólo un polvo para ti.
Serkan se rio entre dientes, alzando una ceja y mirándolo
a los ojos también.
–Sería un poco increíble si en mi caso dijera
que sólo ha sido un polvo, ¿no? Los dos sabemos que
de haber sido un polvo para ti, sólo habrías provocado
que siguiera buscando más... –se giró para ponerse
la camisa sobre la camiseta, murmurando ahora con el cigarro en
los labios –. Sabes lo que te impulsó –le metió
la mano en el bolsillo para sacarle la cartera y mostrarle la agenda
donde había escrito –. Oh... y sabía que lo
guardarías. En el fondo seguro que te parece romántico
–sonrió, metiéndose con él.
–No, me parece terco... –le sonrió, quitándosela
de las manos y volviendo a guardarla –No revises las pertenencias
ajenas, es de mala educación.
–Y lo dice el que revisa la mente de la gente... chst...
–observó cómo lo guardaba de nuevo y sonrió
ligeramente, pero en el fondo estaba preocupado por lo que pudiese
pasar esa noche. No quería quedarse solo, y sintiéndolo
por su hermano, iba a ir a visitarlo.
–Pero me he controlado bastante bien últimamente,
¿no lo crees? A pesar de que te siento extraño...
–le aseguró para que no pensara que se había
olvidado de aquello.
–Déjalo... esa no es la forma de comenzar una relación,
señor maduro... –frunció el ceño, aunque
realmente, si pudiera confiar en que no moviese un dedo luego...
podría pedirle que mirase en su mente y le dijera lo sucedido.
No, eso era un error, además acababa de conseguirlo, no iba
a perderlo de esa forma tan estúpida –. Escuchemos
esa cinta de una vez.
–Sigo pensando que no debes hacerlo. Te estás arriesgando
demasiado, Serkan –le advirtió, aunque sin poder evitar
sentirse hipócrita de nuevo. Si fuese cualquier otra persona,
incluso lo alentaría. Le parecería fascinante tener
el punto de vista de alguien que había estado en ese lugar.
–¿Me estoy arriesgando demasiado? Vete a decirle
eso a un bombero... –se sentó de nuevo, tratando de
armarse de calma y de valor también. Deseaba permanecer frío,
estaba seguro de que esta vez no iba a escuchar aquella frase de
antes, seguro de que aquello se lo había transferido él
con la mente. Debía tener cuidado, sentía que el vínculo
entre ambos era peligroso para su situación actual.
–Sólo si antes tenemos un polvo –le soltó
sonriendo en venganza y sentándose a su lado, cogiendo los
audífonos también. No le importaba lo que dijera,
iba a estar vigilándolo.
–No sabía que te gustasen los uniformes... a ver si
voy a tener que darte una sorpresa... –le devolvió,
demostrándole que no le había molestado eso, aunque
sí lo había hecho –. Por cierto –antes
de poner de nuevo la reproducción, lo miró atentamente,
decidiéndose –. ¿Viste algo cuando ibas a correrte?
Shio negó con la cabeza, quedándose pensativo luego.
–Tal vez sí, era algo caótico, no pude concentrarme
en nada específicamente. Más bien, parecía
como si tuviera estática en la mente. ¿Por qué?
¿Viste algo tú?
–No, nada claro tampoco, pero quería saber... ¿Estabas
intentando leerme la mente? No, ¿verdad?
–No, no en ese momento –lo miró ahora con sospecha.
Sentía que no estaba siendo del todo sincero con él
–. ¿Por qué tantas preguntas?
–Porque yo no intentaba proyectarte nada, y a veces me pregunto
si es posible que se haya establecido algún tipo de telepatía...
–Hum... ya veo... –sonrió Shio, relajándose
un poco y mirando hacia el portátil de nuevo –En realidad,
hace unos minutos pensaba que siempre hemos tenido buena comunicación.
A pesar de mis habilidades, no me es fácil insertar ideas
en la mente de cualquiera, pero contigo... es casi como si conversáramos.
–Sí, eso pensaba... –pero no quiero que mi mente
se haga una con la tuya..., se dijo luego, sintiendo que todo aquello
era demasiado extraño. Sólo esperaba poder pasar la
noche investigando con él allí, despierto, así
no sucedería nada.
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