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Capitulo 53
Night terrors

Miércoles 16 de Diciembre
Madrugada.

El piso estaba en completo silencio, todos se habían retirado y el único que permanecía despierto, por supuesto, era Shio, que no dejaba de beber una taza de café tras otra. No podía decir que fuese muy divertido ver a los demás dormir.

Kawa abrió los ojos de pronto, como si algo lo hubiese despertado, se sentía incómodo, aunque no sabría explicar el porqué. No era una sensación muy fuerte, tal vez se estaba sugestionando. Se movió, sujetando el brazo de Benkei contra su cuerpo, intentando dormirse de nuevo.

Sin embargo, la causa de aquel desconcierto estaba ahora mismo sentando en otra cama, mirando a su alrededor.

Los ojos de Hai observaron al moreno a su lado y su propio rostro adquirió un gesto de incredulidad. Se pasó la mano por el cabello, apartando las sábanas luego y poniéndose de pie, dirigiéndose al espejo.

–Por Dios... –susurró horrorizado, observando la imagen del chico y buscando con la mirada luego algo con lo que pudiera vestirse.

Yaku se giró en la cama, mirándolo atentamente y poniéndose las gafas.

–¿Qué pasa, Hai?

El chico lo miró por un momento, como pensando qué decirle y finalmente soltando.

–Nada, voy al baño... Vuelve a dormir –sonrió de una manera que se veía algo incómoda.

–Vale, te espero despierto, pero sabes que la puerta está cerrada –le comentó por si no lo recordaba, sentándose en la cama.

–¿Cerrada? Oh, sí...–se rio suavemente, cerrándose la camisa de Yaku que se había puesto –¿Puedes abrirla?

–Ya sabes que no... –ahora lo estaba probando. En un primer momento le había parecido algo de Hai, pero que se tapase así, e ignorase esas cosas, era sencillamente improbable –. ¿Cómo me llamo?

–¿Por qué me preguntas eso? –lo miró, sonriendo un poco y esforzándose –Ya... Yaku. Te llamas Yaku y yo me llamo Hai. ¿Contento? Abre la puerta, por favor.
–No, no eres Hai. Sinceramente, es muy difícil emularlo, imposible –Yaku se levantó, aproximándose a él –. Siéntate, por favor.

–No, gracias. Quiero irme, ahora –le contestó, frunciendo el ceño y casi ordenándolo más que pidiéndolo.

–Pues no vas a hacerlo. Ese es el cuerpo de mi novio, si quieres puedes irte, pero por donde has venido. Yo te estaría muy agradecido si no regresas... –Yaku cogió sus gafas y se las puso, tomándoselo con filosofía y apretando luego el botón sin más, para avisar a Shio.

–¿El cuerpo de tu novio? Este chico... –volvió a mirarse al espejo, y estaba a punto de decir algo cuando Shio entró en la habitación.

–¿Qué sucede? ¿Quién eres tú? –miró inmediatamente a Hai ya que era obvio quién era el que actuaba de manera extraña.

–No importa, ya me voy –intentó pasar, ya que había abierto la puerta, pero Shio lo detuvo como pudo, advirtiéndole

–Esa puerta también está cerrada, nadie sale de aquí...

–Y ya te he dicho que no vas a irte con el cuerpo de Hai, a ninguna parte. Me encantaría saber a dónde quieren ir todos cuando se meten en nuestros cuerpos –le dijo a Shio con curiosidad, como ignorando el apuro del otro –. ¿A hacer algo que dejaron a medias tal vez? ¿Huyen?

–¡Tengo cosas que hacer! ¡Y no analices mi mente! –le gritó el chico, revolviéndose contra Shio –Esto es inaudito...

–¿Inaudito? Definitivamente no es Hai –se rio, pensando que menos mal que no lo era o seguramente ya tendría los huevos adoloridos por la patada que le hubiese dado –. ¿Por qué mejor no te sientas y hablamos? –le preguntó, intentando entrar en su mente en realidad. No veía nada, lo estaba bloqueando.

–No vas a poder salir, e incluso si lo consiguieses, probablemente no aguantarías mucho tiempo en el cuerpo de Hai, regresarías a ese lugar de nuevo. ¿Por qué no nos dices tu nombre real? –se escuchó un grito fuerte, proveniente de la habitación de Serkan, era su voz, y pronto incluso la cama se golpeó contra la pared por cómo se sacudía en la misma.

–¡Es mi hermano! –Yaku salió de inmediato, dejando al otro con Shio, sin percatarse de que probablemente querría ir con Serkan él mismo.

–Serkan... –murmuró Shio, apretando los hombros del otro, debatiéndose entre lo que debía hacer y lo que deseaba.

Sin embargo, el chico ya no estaba luchando, se veía pálido, casi enfermizo, incluso podía sentir el sudor frío empezando a cubrir su cuerpo.

–No, no lo dejes venir... No lo dejes venir... Tengo que irme... ¡Tengo que irme! –le gritó a Shio, empujándolo con fuerza y lanzándolo al suelo, pero todo lo que vio el moreno fue una imagen de Hai gritando, bañado en sangre. Alguien lo estaba sujetando.

Se puso de pie tan rápido como pudo y se lanzó contra aquel fantasma o lo que fuera, tumbándolo al suelo también. Podía escuchar a Kawa golpeando la puerta de su habitación también, llamándolos mientras Benkei intentaba abrirla como fuera.

–¡Serkan! –Yaku trataba de sujetar a su hermano, pero tenía una fuerza increíble, tal vez porque parecía estar en un absoluto estado de descontrol. Se subió sobre la cama, apretándole los hombros a pesar de las correas con las que veía que se había atado.

Serkan abrió los ojos, mirándolo fijamente, pero para su hermano estaba claro, que aquella no era su mirada, no lo era. Eran los ojos de un loco, uno que de pronto comenzó a reírse abiertamente, deteniendo el movimiento al instante.

–¿Serkan? –le preguntó Yaku.

–Voy a matarlos –sentenció de pronto, cerrando los ojos y abriéndolos de nuevo. Serkan estaba asustado, y se movió de pronto con brusquedad, hasta percatarse de que aquel era su hermano –. ¿Qué ha pasado? –estaba por el momento tan desconcertado, que no escuchaba cómo los llamaban los que no sabían qué sucedía. Lo mismo le ocurría a Yaku.

El chico bajo el cuerpo de Shio se había relajado, ya no estaba luchando con él, más bien se veía aliviado.

–¿Qué sucede? ¿Qué sucedió? –le preguntó desesperado, alzando la voz –¡Yaku! ¿Cómo está Serkan?!

Volvió a tener esa imagen de Hai ensangrentado, sólo que ahora corría por un largo pasillo oscuro, desesperado.

–¡Yaku! ¡Yaku! –lo llamaba, intentando abrir las puertas que había a los lados. Alguien venía siguiéndolo.

–¡Hai! –lo llamó Shio. El chico se detuvo y su cuerpo comenzó a luchar de nuevo.

Yaku corrió hacia su cuarto de nuevo, dejando allí a su hermano, que ya parecía estar bien pese a la confusión. Se estaba volviendo loco, pero Hai estaba allí, ¿o sólo su cuerpo?

–¿Qué ocurre? Serkan ya se ha despertado, pero ese... Me ha dicho: voy a matarlos.

–¡¿Pero qué coño pasa?! –Benkei seguía golpeando la puerta –¡Hai!

Senzo estaba sujeto a Hiroki, asustado, él no pensaba pedirles que le abrieran, prefería quedarse allí, lejos de aquello.

Hiroki lo abrazó de vuelta un poco más fuerte, susurrando luego

–Creo que debemos ir a ver qué sucede.

–Pero si estamos encerrados... –protestó, pensando que eso no tenía lógica.

–¿Qué... qué me ha pasado? –preguntó Hai, claramente confundido, aunque estaba temblando y empujó a Shio de encima de él, protestando –Quita... ¡Yaku!
–Estoy aquí –Yaku se arrodilló en el suelo, sujetándolo para abrazarlo.

Shio se puso de pie, dirigiéndose a la habitación de Serkan inmediatamente, sabía que debía abrir las puertas, pero no podía ignorar sus propios miedos.

Serkan lo miró a los ojos fijamente, observando cómo se aproximaba.

–¿Qué ocurre?

–Hai fue poseído y tú empezaste a gritar... –le explicó, acariciando su frente. Por lo menos esta vez no se había hecho daño –¿Estás bien? ¿Recuerdas algo?
–No, ¿me puedes dar un poco de agua? –le pidió, notando que afuera todo seguía alborotado.

–Sí, luego tengo que liberar a los demás. Creo que Kawa se desmayará y Benkei me matará... –sonrió, buscando la jarra y sirviéndole un vaso. Se acercó de nuevo alzándole un poco la cabeza para que bebiera. Le hubiera gustado soltarlo, pero suponía que aún era demasiado pronto.

Serkan se rio suavemente.

–Y a mí no me liberas, al menos dame un beso...

–Sabes que no puedo aún, además no es sólo por mí... –se inclinó sobre él, sintiéndose nervioso de pronto y apartándose –Serkan... ¿Por qué crees que Kawa aún está gritando? –le preguntó, mirando dentro de su mente y observando cómo le arrancaba la lengua con aquel “beso”.

–Porque quiere morir antes que nadie... –sacó la lengua, apretándosela entre los dientes, comenzando a hacer que la sangre manase.

–¡No! –le gritó, buscando nervioso en un bolsillo y sacando una jeringuilla. Aquellas cosas le daban terror siempre que se trataba de Serkan, pero no le dejaba muchas opciones. Le inyectó el tranquilizante, sujetándole la quijada luego, intentando detenerlo mientras el mismo hacía efecto.

El moreno abrió la boca finalmente. Se había hecho una herida en la lengua, pero no era nada grave. Sus ojos se abrían y cerraban, y a la vista estaba que le fallaban las fuerzas, finalmente se durmió otra vez.

–¡¿Pero qué coño pasa? ¡Hai! –seguía histérico Benkei.

Shio se quedó mirando a Serkan, asustado, le pasó una mano por la frente, esperando que quien estuviese allí fuera su novio. Finalmente fue a abrir las demás puertas, especialmente la de Benkei y Kawa, aunque este último acababa de callarse.

–¿Estáis bien? –les preguntó, haciéndose a un lado, ya que Benkei casi lo tumbó.

Kawa asintió, murmurando

–Ya ha ido, ¿verdad?

–¿Quién se ha ido? ¿Qué coño pasa? Saca –apartó más a Shio, frunciendo el ceño y llamando a Hai –¡Hai!

Yaku lo estaba abrazando todavía y estaban sentados en la cama.

–¿Estás bien?

–No recuerdo nada... Benkei –lo llamó al verlo en la puerta.

–Ya ha pasado todo, creo... –murmuró Senzo, que por fin había dejado de escuchar voces.

Hiroki suspiró, bajando la cabeza y sobresaltándose al ver que se abría la puerta.

–Vosotros, ¿estáis bien? –preguntó Shio, mirándolos.

–Estábamos bien, antes de que nos matases de infarto... –Senzo suspiró, llevándose la mano al pecho, porque había pegado un brinco –. ¿Qué ha pasado?

–Hai fue poseído y Serkan también... –contestó casi de manera automática –Disculpad, tengo que ir a revisarlo –se excusó, regresando al cuarto del chico ahora que podía.

Senzo se levantó y volvió a cerrar la puerta, preguntándose para qué se la dejaba abierta, ellos no conocían a nadie más allí.

–Esto no va a arreglarse en una semana... –le avanzó a Hiroki.


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