.Devils Throat- Novela yaoi / homoerótica para mayores de edad.
 

Capítulo 53
On our merry way we go

Parte I
Always step carefuly

Noviembre 17, lunes.


Gale se acomodó la bufanda, pasándose una mano por el cabello y colocando la otra contra la espalda de Sneik, guiándolo suavemente.
–¿Has llamado a Jari?

–Todavía no, seguro que está dormido… –se quejó sutilmente, sacando su teléfono para llamarlo, y mirándolo fijamente por un momento. Alzó la vista hacia Gale, observándolo –Tal vez sería necesario que lo hiciese la propia víctima del maleficio para que funcionase, ¿no?

–Tal vez. Si no funciona, podemos pedirle a Ash que participe. Después de todo, la idea fue de Vargas, aunque… –se quedó pensativo, mirándolo luego –En realidad no sé si deberían hacerlo juntos.

–Tal vez… Bueno, hagámoslo de todas formas. Tengo curiosidad –marcó el teléfono del chico finalmente, preguntándose si contestaría, y discretamente pegándose un poco más a Gale.

El bibliotecario le rodeó los hombros, asumiendo que tendría frío y sonriendo un poco para sí.

–¿Hola…? –se escuchó la voz perezosa y confusa del chico que acababa de ser despertado por la tonada del teléfono.

–Siento haberte despertado… –el rubio alzó una ceja, ya que no lo sentía tanto, teniendo en cuenta la hora que era –Gale y yo, habíamos pensando en llevar a cabo ese “hechizo” del que Vargas te habló. ¿Quieres venir con nosotros?

–¿Hechizo? –preguntó un poco confuso aún y luego recordando –Ah, sí. ¿En dónde estáis?

–En el puerto, te esperamos en… el crucero que hay antes de llegar al bosque… No tardes dos horas –le pidió después.

–Noooooo… Me ducho y salgo, jo… –se quejó, rascándose la cabeza y cerrando el teléfono, riéndose luego sólo con imaginar la cara de Sneik.

–¿Qué te dijo? –le preguntó Gale por cortesía, aunque era obvio que se reuniría con ellos.

–Que se ducha y sale, joo… –lo imitó, sonriendo luego para sí.

Gale también sonrió, negando con la cabeza.

–Tienes amigos de lo más curioso.

–No son mis amigos, sólo son compañeros, ¿o es que acaso me imagina pasando unos días con ellos o algo así? –lo miró de soslayo, pasándose una mano por el cabello y guardándosela en el bolsillo de nuevo.

–Los invitas a nuestra excursión y ese chico te hace gracia, ¿o no? –le preguntó curioso, alzando una ceja.

–Sí, pero también me hace gracia el gato de la vecina, y no soy su amigo –lo miró también, como estudiando sus gestos –. Skylar… supongo que es mi amigo.

–¿Lo supones? –sonrió un poco ante la manera de distanciarse del chico –Es igual, ya sabrás si sois amigos o no.

–Lo supongo porque no tengo pruebas. Decir que compartimos algunas intimidades y que me agrada, no nos hace amigos, ¿no?

–No, lo hace compañía agradable, pero la mayoría de la gente no piensa como tú. Es refrescante.

–Y su forma de calificarlo… es curiosa. ¿Tiene amigos, Gale?

–Unos pocos, dos, diría yo –le contestó, asintiendo, pensativo –. No nos vemos mucho.

–¿Por qué?

–Trabajo, somos personas ocupadas –se encogió de hombros –. De todas maneras, no necesitamos vernos todo el tiempo, creo que nos hartaríamos.

–¿En qué trabajan? –se giró un poco más hacia él, apoyándole la mano en el pecho, como exigiéndole respuestas concretas.

–Uno de ellos es un doctor, el otro es abogado. Los dos son unos obsesivos –le explicó suspirando como si él no lo fuera.

–¿Y por qué cree que son sus amigos?

–Porque una vez matamos a alguien y ninguno delató a los otros –sonrió un poco, claramente bromeando para quien lo conocía. Se preguntaba si se enfadaría por contestarle así.

–Ojalá eso fuera cierto… tendría muchas cosas que preguntarle.

–Puedes preguntar si así lo deseas, por lo menos he leído mucho de la teoría –se rio, sujetándolo por los hombros –. ¿Crees en la amistad, Sneik?

–Yo también he leído mucha, yo quería información de primera mano, de un asesino a poder ser –lo miró a los ojos seriamente y luego se quedó pensativo –. No lo sé, dependiendo de lo que usted considere amistad. ¿Le ha hablado a sus amigos de mí?

–No, no he hablado con ellos desde hace un tiempo. He estado un poco ocupado en cosas interesantes.

–Entonces no son tan importantes… ¿seguro que es amigo de ellos?

–Sí, estamos allí si sucede algo grave. No necesitamos hablar todo el tiempo para saber que contamos los unos con los otros. Supongo que comprenden mi personalidad –se encogió de hombros –. ¿Te molesta que no les haya hablado de ti?

–No, pero si yo soy lo más importante… ¿entonces por qué sus amigos no saben nada de mí? No comprendo su concepto de amistad, Gale. Y por lo que veo no va a explicármelo.

–Mi concepto de amistad es encontrar la compañía de otro agradable. Conocerle lo suficiente como para saber darle su espacio y estar allí cuando realmente te necesite –le explicó por complacerlo, mirándolo a los ojos –, pero no creo que exista un solo tipo de amistad. Tú y yo, por ejemplo, tenemos una relación con muchos niveles, y creo que uno de esos es un tipo de amistad.

–¿Usted cree? –miró a otro lado, pensativo –Pero se supone que a un amigo se le pueda contar cualquier cosa, y sin embargo a un novio no se le pueden contar algunas cosas –sonrió para sí, colocándose un poco el guante de la mano izquierda.

–Pero hay cosas que sólo le puedes decir a tu pareja, ¿no es así? –le sonrió, deslizando un dedo por la curvatura de su oreja.

–Sabe que sí… –sonrió también, sujetando su brazo e incluso aproximando la cara al mismo, aunque habría preferido poder besarlo.


–Vamos que Sneik se va a quejar de que llegue tarde –se quejó Jari, aunque de todos modos se había demorado duchándose. Tiraba de la mano de Roi, y en la otra mano llevaba un pastelito que no acababa de comerse nunca.

–Que ya voy, hombre… que se queje si quiere… –el rubio protestó, pensando que bastante tenía con levantarse de la cama un festivo para encontrarse con esos. Para colmo había tenido que entrar en la casa de Ash para coger unos cabellos de su peine.

–Bueno, pero si nos dejan… no es mi culpa –se quejó como si eso fuera realmente posible en aquella isla.

–Pf… –Roi le pasó el brazo por los hombros, caminando lentamente y a su ritmo, aprovechando para llamar a Ash otra vez, ya que había tenido el teléfono desconectado.

–¿Aún no contesta? –preguntó, mordiendo el pastelito y mirándolo –¿Estás preocupado?

–Sí, no sé por qué demonios no me contesta… –colgó y llamó de nuevo antes de que le saliese el contestador –¿Tienes el número de Vargas?

–Sí, me lo dio por si necesitaba hablar con él –recordó, sacando su móvil y mostrándoselo, sonriente –. A lo mejor sólo olvidó cargar su teléfono.

–A lo mejor sí… Llama tú –le dio con el brazo, un poco rojo –. Le preguntas por Ash y me lo pasas.

–Vale… –Jari lo llamó, esperando y sonriendo al escuchar su voz al otro lado de la línea –Hola, soy yo. Ash está contigo, ¿no?

–Sí… te lo paso –Vargas se echó hacia atrás en el sillón de la clínica en la que estaban esperando, y le pasó al chico su móvil –. Es Jari.

–Jari… –repitió el chico, un tanto sorprendido, y se llevó el teléfono al oído –Jari…

–Espera –le contestó el chico, pasándoselo a Roi inmediatamente.

–No, yo le dije que llamara porque… Es igual –frunció el ceño Roi –. Tienes apagado el tuyo y te estoy llamando desde ayer.

–Oh, lo siento… He estado un poco desconcentrado –se disculpó con la voz cansada. En realidad quería hablar con Roi, pero era mejor no decirle nada hasta que tuvieran los resultados.

–¿Estás bien? Ha sucedido algo, ¿no? –le preguntó nervioso –¿No la habéis encontrado?

–No, creemos que está muerta, pero… ya te lo diré cuando regrese. Hay muchas cosas que no comprendo –le confesó, mirando nerviosamente hacia la puerta por ver si se abría.

–Está bien…, pero llámame enseguida cuando regreses, o ven a mi casa –le pidió, más preocupado y moviendo un poco el hombro.
–Vale. No ha sucedido nada por allá, ¿verdad? –le preguntó, preocupado de pronto.

–Hum… no –le dijo sin más –. Vamos a probar eso que dijo Vargas. Cogí unos cabellos de tu peine.

–Ten cuidado, tal vez sería mejor que no hicierais nada, esto no tiene que ver con vosotros. Os meteréis en líos.

–Bueno, tú haz lo que tengas que hacer, y yo haré lo mismo –le colgó, resoplando un poco y entregándole el teléfono a Jari –. No sé… –le dijo como conclusión.

–¿El qué? –le preguntó el chico que por fin se había terminado el pastelito mientras fingía no escuchar la conversación.

–Nada, está muy raro… Y creo que esa tía si murió después de todo –le hizo un gesto con la cabeza para que viese que los otros estaban esperándolos.

–Era de esperarse, no puede haber un fantasma sin un muerto –se estremeció de todas maneras, antes de alzar una mano, saludando –. Pero está bien, ¿no?

–No lo sé, está raro –los saludó también, y ellos le contestaron –. Tenía que coger cabello de Ash de su casa –se disculpó por la tardanza –, y también he traído una Biblia, creo que hacía falta para algo.

–Sólo una hoja –le dijo Sneik, abriéndola y arrancando una.

Roi se quedó mirando el libro, y luego al otro. Sneik hizo un ruidito y sonrió, mirando de soslayo a Gale.

Estaba serio y con el ceño ligeramente fruncido, a pesar de que no era un hombre religioso, pero incluso el sonido de aquella hoja arrancada lo perturbaba.

–Vamos, tenemos que ir a recoger esos frutos por el camino –comentó intentando actuar de manera casual.

Jari se rascó la cabeza, sonriendo de forma incómoda y pensando que eran extraños.

Sneik se mordió un poco el labio y lo siguió, sujetándose de su brazo otra vez, mirándolo.

–Gale…

–Estoy bien –le sonrió ligeramente, tocándole la mano.

–¿Y quién sabe si los frutos esos salen en invierno? –preguntó Roi, que miraba por ahí para ver si veía alguna cosa por el estilo.

–Sí salen, es muérdago –comentó Jari, sorprendiéndose a sí mismo por recordarlo.

–Ah, ya… eso pincha –murmuró Roi, pensando que ya había podido llevar la navaja –, pero sé donde hay… –los dirigió, sujetando de la mano a su novio para subir por el monte –Creo que hay una iglesia abandonada allí arriba además. ¿Servirá?

–No lo sé. Supongo que sigue siendo igual de santa, abandonada o no –pensó en alto Sneik, mirando a Gale después.

–Sí, y de esa manera no nos molestarán. No quiero que venga un sacerdote a reñirnos innecesariamente –se quejó, recuperado.

Sneik sonrió un poco, preguntándose cuál sería su reacción de llegar a ocurrir algo así.

–¿Has hablado con Ash, Roi?

–Muy poco… –murmuró, preguntándose si debía decirles aquello, suponía que tenían derecho a saberlo, porque todos estaban implicados de alguna forma.

–¿Y sabe algo?

–Dice que… tal vez está muerta, no sé, no me quiso hablar mucho.

–¿Tal vez? –Gale alzó una ceja preguntándose si el chico podía estarles ocultando algo, quizás para proteger a Vargas –De todos modos, esto que vamos a hacer es para alejar a un espíritu. Si no está muerta, no funcionará.

–¿Pero si lo está sí, verdad? –preguntó Jari esperanzado.

–No creo que esto sea algo científicamente probado –bromeó Sneik, mirándolo de soslayo.

–Esperemos que sí al menos –Roi subió por un trozo de tierra, sujetándose a las raíces para llegar hasta un árbol de acebo, pero no veía frutos en ninguna de las hojas. Metió la mano por el fondo, pensando que se pinchaba, pero al fin y al cabo no dolía tanto.

–A ver si se cae… –murmuró Sneik, mirándolo y pensando que era un salvaje.

–Ten cuidado, Roi –le pidió su novio, nervioso y colocándose bajo él por si acaso, a pesar de que probablemente terminaría haciéndose más daño si Roi le caía encima.

–¿Has encontrado alguna? –preguntó Gale acercándose también y rebuscando en sus bolsillos hasta dar con un pañuelo –Colócalas aquí.

–Sí mira, voy a bajar a por eso, yo os las lanzo y las colocáis donde os parezca –protestó el chico, que tenía suficiente con no caerse, y empezó a tirarles algunas de aquellas bolitas rojas.

Sneik se apartó un poco por si lo manchaban y se agachó a coger una que había rodado hasta sus pies, colocándola dentro del pañuelo de Gale.

–Ya llegan –le dijo el rubio a Roi.

–Vale –apartó la mano de golpe al sentir algo rozarle dentro, como cabellos. Resbaló y se sujetó a una de las ramas para no caerse, provocando que varios terrones se desprendiesen sobre los de abajo. Miró hacia arriba nervioso, al agujero entre las ramas, pero no vio nada, y saltó al suelo, queriendo pensar que había tocado algún animal.

–¿Qué sucedió? –preguntó Jari asustado, porque había pensado que se iba a caer y se aferró de su brazo como para protegerlo, aunque ya no era necesario.

–No sé, creo que había un animal ahí entre las ramas… –movió el hombro, incómodo, aunque no tenía sentido para él, un animal que no se asustase en lugar de tocarlo.

–¿Seguro que era un animal? –Sneik pensó lo mismo y lo miró fijamente.

–¿Qué más iba a ser? –preguntó Jari nervioso, algo le decía que sucedía algo malo, aunque no sabría cómo explicarlo.

–Alguien que no quiere ser eliminado tal vez –comentó Gale con frialdad, cerrando el pañuelo con delicadeza para no aplastar los frutos –. O quizás sólo estamos cerca de su territorio.

–A lo mejor quería que me cayese… –Roi miró hacia arriba con el ceño fruncido, pensando que odiaba a “esa zorra”.

–Bueno, nosotros subamos a la iglesia para no complacerla –les propuso Sneik, que por su parte se apuntaba a la teoría de Gale, más que a la del animal. Estaba bastante seguro de que Roi sabía diferenciar el tacto de cabello al del pelaje de un conejo o algo por el estilo.

–Pero a lo mejor sólo era un animal –insistió Jari, necio, aferrándose al brazo de Roi. Quería llegar a esa iglesia cuanto antes.

Gale intercambió una mirada con Sneik, sonriendo un poco como diciéndole que le dejara por la paz. De todas maneras no les servía de nada convencer a Jari de algo de lo que ni siquiera estaban seguros.

El chico suspiró, decidiendo aceptar su sugerencia porque había llegado a la misma conclusión. Se sujetó a su brazo de nuevo mientras subían colina arriba.


Parte II
Be ready to take cover

Roi los seguía con Jari, pero no dejaba de mirar hacia atrás a cada rato.

Jari se aferraba a él cada vez más, asustado. Ni siquiera se atrevía a mirar hacia atrás por si acaso veía algo y tampoco quería demostrar que era un cobarde. Lo único que sabía era que sentía un frío helado en la espina dorsal y que esperaba que sólo fueran los nervios.

Gale se detuvo por un momento, mirando a un lado del camino al escuchar un sonido como de algo que corría entre el follaje, pero no conseguía ver nada.

–Será un animal… –murmuró Sneik, aunque por supuesto había un tono irónico en su voz –Puede que el mismo.

–Vamos a la iglesia y ya está, no os paréis –les pidió Roi, corriendo de la mano de su novio colina arriba.

Jari corría a más no poder, en realidad, casi acelerando más que su novio.

El viento se alzó, emitiendo una especie de silbido casi humano a medida que Gale echaba a correr también, junto con Sneik. Estaba seguro de que esa no era una simple ráfaga de invierno.

Roi apretó la mano de Jari.

–No voy a dejar que nada te ocurra –le aseguró, mirando hacia atrás de nuevo. Le parecía que las ramas de los árboles se combaban, como dejando pasar a algo que ellos no podían ver sin embargo, y a medida que corrían colina arriba, el cielo se iba oscureciendo, cubierto por nubes grises que comenzaron a mojarlos.

Era una lluvia suave, sirimiri, pero al poco tiempo pareció enfurecerse y golpearlos con violencia, como si algo los echase de aquel bosque.

Sneik alzó la vista, pensando que se congelaba, odiaba el frío, tanto que le preocupaba ahora mismo más que ninguna otra cosa. El motivo era que su cuerpo era vulnerable al mismo a causa de una enfermedad poco común, aunque él lo camuflase diciendo que simplemente no lo soportaba.

Una especie de bruma, como una nube oscura comenzaba a tomar forma sobre ellos. Era el rostro de aquella muchacha y descendió empujada por vientos feroces, engulléndolos dentro de aquella nube gélida y empapándolos.

Roi se cayó al suelo tratando de sujetar a Jari, y hundió los dedos en la tierra, con su cuerpo por encima del suyo, protegiéndolo.

Fuera

Fuera

¡Fuera!

Se escuchaba como parte de aquel viento horrible. Sneik se había sujetado contra Gale, con el rostro oculto contra su pecho y temblando. Se aferraba con tanta fuerza a su espalda que probablemente le dejaría marcas.

El bibliotecario lo apretaba con fuerza también, cubriéndolo tanto como podía y apretando los dientes. Jamás había experimentado algo así, definitivamente no era un fenómeno natural, pero por el momento, su curiosidad habitual luchaba contra la necesidad de proteger a Sneik.

Aquel viento seguía aullando alrededor de los cuatro, mezclado con la voz de Jari que había lanzado un grito al caer y ahora intentaba no temblar violentamente, en vano.

Gale sintió que algo helado le laceraba la espalda y estaba bastante seguro de que no se trataba de las uñas de Sneik.

–¡Arriba! –les gritó a los otros, frunciendo el ceño –Tenemos que llegar a la iglesia –aseguró, aunque no estaba seguro de que estarían a salvo allí, incluso se sentía supersticioso. Sujetó mejor a Sneik contra su cuerpo, empezando a moverse y tendiéndole la mano a Roi para que se levantara.

El rubio se aferró a ella, tirando de su novio para ayudarlo, aunque finalmente lo cogió sobre su espalda. No se sentía a gusto sujetando la mano de Gale, pero pensó que lo más sensato era no soltarse, y le agarró la muñeca.

Sneik ni siquiera se giraba, seguía aferrado a Gale y caminaba a su paso, ya que el viento tampoco les dejaba correr.

Roi se empujó contra la puerta de la iglesia, pero estaba trancada, tuvo que dejar en el suelo a Jari antes de abalanzarse sobre ella y abrir al fin la vieja madera, haciendo saltar la cerradura.

–¡Ah! –Jari gritó sintiendo que tiraban de él hacia atrás y Gale lo sujetó por el brazo, prácticamente lanzándolo hacia adentro, no podían descuidarse ni por un segundo.

Cuando los cuatro estuvieron dentro, tuvo que hacer fuerza junto con Roi para volver a cerrar la puerta. El viento los golpeaba constantemente, sin embargo, se mantenía en el umbral.

Se sentó en el suelo, descansando, mientras Jari se ponía de pie, sobándose las nalgas.

–Roi –el chico se pegó a su novio enseguida, aún temblando, aunque aquello parecía no poder entrar allí y eso lo aliviaba enormemente.

La vieja iglesia estaba polvorienta y descuidada, pero aparte de eso, no estaba tan mal como refugio. Se notaba que aquel viejo edificio había sido respetado por los habitantes de la isla.

–A ver cómo coño salimos de aquí… –murmuró Roi, sujetando al chico contra él y frotándolo.

–Tengo frío… –Sneik se quedó de pie, sacándose el abrigo porque estaba empapado y luego el jersey. La camisa y el pantalón estaban más o menos secos, y sólo porque llevaba botas de agua. Tenía ronchas rojas que le subían incluso por el cuello.

–¿Estás bien? ¿Qué es esto? –le preguntó Gale preocupado, frotándole los brazos al chico luego para que entrase en calor.

–Tengo urticaria… –susurró, apartándose –Me haces daño.

–Espera… podemos encender un fuego –Roi soltó a Jari y se sacó la cazadora también, tomando ejemplo, aunque sus jeans estaban empapados y rotos, claro. Se sujetó a uno de los cortinones y tiró de él arrancándolo.

Afuera seguía escuchándose la violenta lluvia acompañada de una tormenta ahora.

Jari miró hacia la ventana por un breve momento, ya que le había dado miedo el poder ver algo allí. Se quitó la cazadora que llevaba y la bufanda color rosa fuerte, y se acercó a su novio para ayudarlo.

–En el altar, no queremos que se prendan las sillas.

–Esperad… –les pidió Gale, un poco incómodo con lo que iba a decir, pero no quería correr riesgos –No seáis demasiado sacrílegos, o la ceremonia no funcionará.

–Separemos los bancos –Roi empezó a apartarlos bruscamente, moverse le ayudaría a entrar en calor también.

Jari lo estaba ayudando, también intentando distraerse. Era terriblemente curioso, pero no demasiado valiente.

Gale se estaba quitando el abrigo mientras y la bufanda. Se remangó las mangas de la camisa para ayudarlos.

–¿Estás bien? Lo mejor será que te quedes tranquilo –le sugirió a Sneik.

–Ya… –Sneik cogió la cortina, aunque estaba llena de polvo, y la sacudió para envolverse con ella. Que cogiesen otra cosa, odiaba aquello. La piel le ardía y le costaba respirar.

Los observó apartar todos los bancos, y cuando hicieron sitio en el medio, Roi lo miró, preguntándose si podía sacarle la cortina.

–Tela no, nos asfixiaremos, es mejor usar unos papeles y madera –le dijo él.

–Vale –Roi apoyó un pie en un banco, rompiendo los reposabrazos y tumbándolo luego para sacar las patas. Era sencillo, la madera estaba carcomida.

–Tengo un encendedor, siempre llevo uno por si acaso –les avisó Gale, sacándolo y mostrándolo, mientras Jari se dedicaba a romper otra silla.

Tenía que admitir, que eso lo divertía un poco.

–No podremos hacer nada, porque había que dar tres vueltas alrededor de la iglesia y otras cosas imposibles en estas condiciones. Si todavía conserva el muérdago, podemos usarlo en la iglesia del pueblo mañana –le dijo Sneik, que estaba con la cabeza gacha, calentándose con su propio aliento.

–Es verdad, había que enterrar algo a la puerta y prenderle fuego, y ahora aunque lo prendiésemos… se apagaría además –le dijo Roi, que había ido a coger algunos paños que había por allí de celebrar la misa, y los metió bajo los troncos para que Gale los encendiera.

–Cierto –contestó un poco desanimado el bibliotecario, encendiendo aquellos paños, con cuidado de no quemarse y regresando luego para sentarse junto a Sneik –Supongo que si era ese, ha conseguido su objetivo. Tal vez esta sea una oportunidad para incluir a Vargas y Ash.

–¿No tenemos que pedir permiso en la iglesia del pueblo? –preguntó Jari jugando con un trozo de madera, agachado junto a la improvisada fogata.

–No, hay que hacerlo en la puerta así que… no hay nada que prohíba cavar un agujerito en una puerta y dar vueltas a la iglesia… –Roi se sentó al lado del fuego tras acercar la ropa de todos para que se secase.

–¿Y si nos ataca allá?

–Podría, pero sería mucho más visible y no creo que las demás personas se queden sin hacer nada –contestó Gale mientras rodeaba a Sneik con un brazo para pegarlo a su pecho. Quería llevarlo a su casa y hacerle un té, se veía terrible.

Sneik lo dejó, aunque en realidad era molesto con lo mucho que le escocía la piel. No, en realidad ahora sentía que le ardía. De pronto recordó que tenía una crema que solía servirle para cuando le picaban las manos y se levantó, cogiendo su abrigo y sacándola del bolsillo. Volvió junto a Gale y se sentó delante de él.

–Me escuece la espalda, y el pecho –le dijo, ya que era lo que más se había mojado, y se abrió la camisa un poco, levantándosela.

Roi los miró de soslayo y luego a Jari.

–Yo creo que la iglesia le da miedo, o entraría.

–Bueno, es un espíritu, igual no puede entrar. O tal vez sí salió de la boca del infierno y está maldita.

–O tal vez vivió toda su vida en esta isla, y se adhiere a las creencias populares –añadió Gale mientras le untaba aquella crema a Sneik, acariciándolo un poco para aliviarlo –. No debemos bajar la guardia de todas maneras.

–Si pudiera matarla, lo haría con gusto… –murmuró Sneik con el ceño fruncido, provocando que Roi sonriese.

–No la mates de nuevo…

Sneik sonrió para sí, girándose sintiendo el escozor algo más calmado, aunque tal vez era más por las caricias. Se giró para sentarse sobre él y se abrió un poco la camisa –En el cuello también… –susurró, apoyándole una mano en el pecho.

Roi los miró de soslayo otra vez, antes de mover un poco el culo para darles la espalda. Podía parecer una actitud infantil, pero tal y cómo lo hacían ellos, más bien simulaba otra cosa.

–Tal vez la mate yo, por provocar esto –sonrió Gale mientras continuaba aplicando la crema con suavidad, haciéndole masajes circulares al chico.

Jari se rio, girándose para quedar junto a Roi y apoyando la cabeza en uno de sus hombros.

–¿No quieres que te ponga cremita?

–En la punta… –susurró el chico, enrojeciendo y pasándole el brazo por la cintura –¿Tú tienes frío? –le preguntó en bajito todavía –A lo mejor no podemos regresar…

–No, no tengo mucho. Sólo un poco, es que… me asusté y ni lo noté –se rio un poco, aunque avergonzado, abrazándose contra él.

–A mí me pasa lo mismo… Tengo demasiada adrenalina –lo abrazó, apretándolo y besándolo sobre la nariz.

Sneik parecía estarse quedando dormido increíblemente, pero era porque le costaba respirar, y en ese momento se sentía seguro.
Roi se giró un poco y miró a Gale.

–¿Tendremos que quedarnos aquí?

–Por el momento sí. No creo que sea seguro salir, al menos hasta que se calme la lluvia –miró por la ventana, el viento seguía azotando la parte de afuera de la iglesia –, pero nunca he leído acerca de un fenómeno sobrenatural que dure eternamente.

–Pero si no tiene nada mejor que hacer con Ash y Vargas fuera del pueblo… –Roi se giró hacia el fuego otra vez, volviendo a pensar en Ash.

–Podría llamar a alguien del internado para que viniese a buscarnos, pero me sería difícil explicar qué hago aquí con tres de los estudiantes, ni siquiera hay libros.

Jari se rio, entusiasmándose luego.

–Podemos llamar a Zeus.

–Oh sí, él será de mucha ayuda… –Roi se rio para sí, pensando que al menos podía llevarles comida y ropa seca –Sí, mejor lo llamo –pensó luego, sacando su teléfono y mirándolo un rato –. Pero mejor esperamos a ver si pasa solo.

 

 


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