Capítulo 13- Let Me Be Your Gigolo
El chico de cabellos como el fuego se paseó, sonriente,
silbando una tonadita, que más bien iba improvisando y que
por cierto, no tenía mucho sentido melódico. Igual
se detuvo frente al bar de gigolos que ya había visto en
otras ocasiones. Lo cierto es que le daba curiosidad verlo por dentro,
y en más de una ocasión se había planteado
entrar, pero le preocupaba el que le quisieran cobrar. Sonrió,
encogiéndose de hombros, ¿qué podía
pasar? ¿Qué lo sacaran? Y además estaba desempleado.........
Se decidió por fin, entrando, silbando de nuevo y observando
a su alrededor.
-Ve a atender!- le empujó la pelirroja al moreno que por
nada quería moverse de detrás de la barra con el maldito
uniforme ajustado –Pasmado!
Shin se acercó, mirando al suelo como siempre, tratando
de no existir y para su desgracia observó el color rojo del
kimono en el suelo junto con los pantalones un poco más hacia
dentro. Se giró de espaldas desapareciendo como si no hubiera
estado cerca de él huyendo hacia la barra.
Kyo se quedó mirando sorprendido al chico que se retiraba
como si pudiese borrar el tiempo y lo siguió sonriendo, nada
dispuesto a permitirle escapar. – Oye, Shin! ¿verdad?
Soy Kyo! ¿No te acuerdas de mí?
-Eh… sí…- Shin se volvió rojo porque
lo hubieran reconocido, viendo borradas sus esperanzas de pasar
desapercibido en un lugar así –No te había reconocido…-
mintió enrojeciendo hasta las orejas.
- ¿De veras? No soy tan olvidable, ¿o sí? –
le sonrió encantadoramente, acercándose más.
– No esperaba verte aquí. Mucho menos trabajando.........
-Yo tampoco lo esperaba…- murmuró contrariado –pero
no es lo que piensas eh! No lo es!...- se quedó por un buen
rato callado con el ceño fruncido -¿Y a qué
venías? ¿Quieres que te sirva algo?
- ¿Qué tal un poco de vino? – aceptó,
imaginando que si trabajaba allí, podría hacerle un
favor. – Tú siempre pareces saber qué es lo
que pienso, serás psíquico....... – bromeó,
paseando su mirada por el lugar. – No lo sé, sentía
curiosidad, y además, pensé ¿por qué
no? Estoy desempleado..........
-¿Eh?!- el moreno carraspeó porque su madre estaba
cerca aunque aún así sintió el impacto de un
bolígrafo en la cabeza. Bajó las cejas y se agachó,
resignado a recogerlo poniéndolo de nuevo en la barra y “robando”
un paquete de chicles con cara de contrariedad, haciendo globos
azules -¿Trabajar de que? ¿De puto?
-Niño! Aquí no hay putos! Hay hombres de compañía!
¿Sabes qué es?!
Shin no dijo nada pero miró a los cuartos donde estaban
follando sin duda.
- ¿Pues de qué más? No creo que gane mucho
de cantinero – le sonrió, mirando a la mujer de reojo.
– Hombres de compañía........ ¿Cómo
es que trabajas aquí, Shin? No pareces del tipo....... –
murmuró, sólo por molestar.
-Que yo no soy una puta vale! Soy camarero…y porque me obligan…-
protestó cómo no, rojo y con las manos en la barra
pasando un paño de forma dejada –Me obliga mi madre…
“que es esa vieja de ahí”- susurró, recibiendo
el bolígrafo de nuevo en la cabeza.
-Mi boli…- la mujer extendió la mano y Shin se agachó
a cogerlo y devolvérselo de nuevo –Así que quieres
empleo ¿no chico?
- No me vendría mal, no – le sonrió, apoyándose
en la barra y resistiendo el deseo de pegarse a Shin. Seguro Nagisa
se molestaba luego. Pero él sólo estaba buscando empleo,
¿no? Nada más.
-Eres guapo… no tenemos límite de trabajadores aquí…
¿comprendes? Tú sólo nos pagas una parte de
cada hombre con el que te acuestes… allí están
los cuartos… los alquilo. Si te veo una sola vez llevarte
a los clientes, no volverás a entrar…- se amañó
el recogido del pelo mirándolo como si lo inspeccionase –Ahora
que si eres bueno, tendrás un sueldo fijo por atraer clientes
aunque no te acuestes con ellos, sólo por hacerlos consumir
y venir aquí…
Shin lo miro de soslayo haciendo que limpiaba y poco a poco escurriéndose
hacia lo más lejos posible de aquella conversación.
- No se preocupe. Soy bueno, soy muy bueno....... – le guiñó
un ojo, riéndose y observando de soslayo al otro chico. –
Y ¿qué hay de él? ¿A él sí
me lo puedo llevar?
-De todos modos estarás una semana a prueba y hablaré
con los clientes, ellos dirán si eres bueno o no, si lo eres
tendrás tu sueldo fijo… y sí, por mí
te lo puedes llevar al infierno, sólo no lo traigas de vuelta.
-Shin! Te estoy viendo!- la mujer le lanzó un trapo y el
moreno se encogió de hombros como si fuera algo impactante
-Ya es hora! Me tengo que ir a estudiar!- protestó, miró
a Kyo haciéndole una seña para que se acercase.
El pelirrojo no necesitó más que eso, si de todas
maneras pretendía volver a su lado. -¿Se te ofrece
algo? Te puedo llevar ya si quieres, pero mejor al cielo, ¿no?
– bromeó, riéndose y observando sus ojos.
Shin le agarró la manga del kimono mirando abajo –No
le digas a Nagisa… no quiero que lo sepa…
- ¿No lo sabe? – preguntó sorprendido, aunque
no creía que le fuera a importar algo así. –
Vale, no diré nada. Pero no veo el problema.
-No creo que lo sepa…- lo miró a los ojos aún
sin soltarle la manga –El problemas es que yo no quiero y
ya está…- insistió mirándolo a los ojos
–No quiero que piense cosas raras de mí…- desvió
la vista notando que su madre los observaba -¿Qué
le has dicho? ¿Vas a trabajar aquí?
El pelirrojo sonrió sin apartarse. – Sí, me
verás todo el tiempo entonces. Ya te dije que no le voy a
decir nada sobre ti.
-Ya…- el moreno lo miró sin fiarse demasiado. No era
como que tuviera cara de guardar bien un secreto –¿Seguro
que quieres hacer eso? Es asqueroso!... es asqueroso…- repitió
en bajo tratando de estarse controlado.
- No, siempre y cuando yo dicte mis reglas, no es asqueroso. Todo
lo contrario. – murmuró, paseando su vista por el local
y sonriendo luego. - ¿Vas a venir hoy a conocer a los demás?
-No creo… no sé… me da vergüenza y todo…
- se pasó la mano por el flequillo bajando más la
cabeza -¿Quieres quedarte conmigo un rato?- preguntó
enrojeciendo más y sin alzar la vista, ya hasta parecía
que invitaba a las baldosas.
- Claro, pero invítame a algo ¿no? – le tocó
la frente con un dedo, empujándolo con suavidad. –
No tengas vergüenza, si Nagisa te invitó, ¿no
crees que es peor no venir? Además, yo también quiero
que vengas – se rió, más bien porque no creía
que Nagisa se molestara tampoco si no iba, pero si le servía
la estrategia...........
-Vale… pero vamos a una mesa de las del fondo… espera…-
se coló por debajo de la barra y sirvió una copa de
vino mirando abajo como siempre tratando de pasar desapercibido.
-¿Eso para quien es?- preguntó la mujer con cara
de leerle la mente.
-Para Kyo… pero va a trabajar aquí ¿no? Así
que puede tomarse dos tragos gratis…
-No me contestes así!- le amenazó con el bolígrafo
como si fuera el arma definitiva.
-Ya ya…- se coló por debajo de la barra de nuevo y
le hizo una seña para ir a una de las mesas apartadas ya
que por nada lo metía en su cuarto –Bruja de mierda…-
murmuró por el camino haciendo un globo.
Kyo le dirigió otra de sus encantadoras sonrisas a la mujer,
siguiendo al chico y acercándose para susurrarle al oído.
– Dos tragos gratis, ¿ne? Eso no me lo habían
dicho. Me va a encantar este trabajo....
-Ya, es que la vieja nunca dice esas cosas… sólo sus
normas… el resto se lo calla…- se sentó en una
de las sillas y se pasó los dedos por el flequillo tapándose
la vista –La cosa es que me da vergüenza ir… y
que luego venga más gente que no conozco… luego me
sentiré fuera de lugar y… no… porque no sé…
y no te va a gustar! Es un asco…
- ¿Qué? Si no tiene nada de malo..... – respondió
con cara de no comprenderlo, y pasando al otro tema, sin darle demasiada
importancia. – No te preocupes, que nadie te va a tratar mal.
Seguro les agradas....... Además, voy a estar yo y Nagisa,
ya nos conoces.
-Ya… ¿y qué? Pero vosotros os conocéis
todos así que… no es lo mismo… ya me entiendes
¿Qué vas a hacer? ¿Estar todo el rato pendiente
de mí? Os pondréis a hablar de cosas que no sé
y de gente que no conozco y acabare preguntándome qué
hago yo ahí… y no soporto eso… porque no…
- sintió que enrojecía un poco y sólo porque
no dejaba de contarle todas esas cosas de el a un extraño
-¿Ya lo has hecho más veces? ¿Trabajar de esto?-
lo miró fijamente con cara de atención.
- ¿Trabajar? No lo sé......... He recibido dinero
por ello, así que supongo que lo llamarías trabajar,
pero, no sé si ellos se daban cuenta de lo que sucedía.
¿Tú qué crees? – le sonrió, apoyándose
en el respaldo con un brazo y observándolo como si él
pudiera leer su mente, evitando tocarlo por el momento. Seguro y
le salía huyendo. - ¿Quieres que esté pendiente
de ti? Me ofrezco........ Aunque lo más probable es que todos
estén pendientes de ti, eres el nuevo.....
-No quiero que estén pendientes de mí! Más
motivos para no ir…- lo miró rojo y se apartó
el pelo un poco porque ya casi ni veía con la cortina que
se había creado con el flequillo negro azulado –y tampoco
quiero que estés acosándome... no me refería
a eso…- sintió que le daba la risa y carraspeó,
metiéndose otro chicle en la boca sin sacarse el anterior.
Se quedó mirándolo y pensando en lo que había
dicho sobre prostituirse pero no lo había entendido muy bien
-¿Cómo no se daban cuenta de lo que sucedía?
- No iba a acosarte – se rió el chico tanto por la
forma de decirlo, como porque probablemente fuera verdad. Se echó
hacia atrás separando un poco las rodillas – ya sabes,
abres las piernas y el mundo entero está a tus pies. Los
haces sentir poderosos irresistibles, especiales, y te darán
lo que sea por no perder esa ilusión. Hasta que se termina,
claro – sonrió de nuevo, cerrando las piernas, y continuando
de la manera más casual. – Si te hace sentir mejor,
ninguno de nosotros encajamos muy bien con el resto del mundo..........
Shin se quedó mirándolo fijamente bastante espantado
además de haber enrojecido profundamente al escuchar aquello.
No es que no supiera de todo tipo de depravaciones, teniendo en
cuenta las cosas que veía y aún peor… las que
escuchaba hablar a los chicos que trabajaban allí –Será
así con la gente con la que tú conoces, pero no todo
el mundo es así, así que no creas que tienes el universo
controlado- lo miró fijamente además de un tanto alterado
–Es asqueroso… que encima lo digas como si te diera
alguna clase de poder… y me voy a mi cuarto- remató
levantándose bastante disgustado, no sabía muy bien
porque, tal vez porque le había caído bien en un principio.
- Te sorprenderías......... – murmuró girando
un tanto los ojos y poniéndose de pie con rapidez. –
Espera un momento ¿Vives aquí? Ya me preguntaba cómo
es que alguien como tú trabaja en un sitio de estos..........
-Sí…- el moreno se paró volteándose
–ya te dije que la vieja es mi madre… así que
ella vive en uno de los pisos de arriba del edificio… aunque
suele pasarse el día ahí sentada vigilándolo
todo…es un buitre…- reclamó sin mucho ánimo
–Y yo duermo en uno de los cuartos que alquilan los clientes
para… eso… sólo que en el mío no puede
entrar nadie… y ya te dije que trabajo aquí porque
me obliga y si no, no me pondría ropa como esta en la vida!-
reclamó ya que estaba también.
- ¿No? Pues qué lástima, te quedan muy bien
– sonrió de medio lado, paseando la vista por el chico,
sólo por molestar. – Bueno, ya me voy, entonces. Te
estaré esperando, a menos que quieras que venga a buscarte.
-Pues mejor llévate una silla- dijo de pronto recordando
que estaba enfadado con él –y la verdad… tratándome
así… sólo logras que piense que quieres utilizarme…
Pero tú verás, yo ya estaba solo, no pierdo nada,
tu tampoco…- se giró ahora sí, metiéndose
en el cuarto aunque sí estaba decepcionado.
Kyo suspiró, sonriendo un poco, aunque no le extrañaba
demasiado. Y después de todo, sí que debía
extrañarle viniendo de alguien que vivía en un lugar
así, pero ni modo. Se encogió de hombros dirigiéndose
a la salida. – Hum....... tal vez sí venga a buscarte
entonces, ¿quién sabe? – se rió para
sí, pasándose la mano por el cabello.
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