.Novela homoerótica para mayores de edad.
 
Capítulo 13- The Welcoming Party and the Boy beside my Bed

Arn se sentó de golpe sobre la cama, escuchó el jergón metálico hacer ruido con los muelles y estiró los brazos a los lados del colchón. Era más cómoda que su propia cama… pero por otra parte, nunca había tenido tantas clases ni había trabajado tanto en su vida –Qué asco…- murmuró sentándose para quitarse la camiseta, oliéndola y lanzándola al suelo, al menos no apestaba a sudor. Se levantó para mirar alrededor, observando el techo ¿se suponía que no había cámaras ahí aún? No, parecía que no. “No te la puedes ni menear en la cama” pensó inevitablemente antes de tirarse en la cama en plancha otra vez, ahora boca abajo, acariciándose la cara contra la almohada.

Seiren se acercó a la cama, observándolo atentamente. Había pasado mucho tiempo desde que hubiese alguien más en su habitación. Demasiado. Se agachó, tratando de ver su rostro, y alargando una mano para intentar apartarle el cabello, antes de que pudiese razonarlo mejor.

El moreno se pasó la mano por el pelo reaccionando, volteándose en la cama de frente de nuevo, con el corazón latiendo fuertemente en el pecho. Había sentido como si lo tocasen, siempre se alarmaba por tonterías como esa… aún más cuando estaba preocupado. Se sentó en la cama, pasándose las manos por la cara y levantándose. Sentándose de nuevo, ahora en el suelo trancando la puerta con su propio cuerpo.

Seiren se sentó sobre su cama, observándolo, sin poder evitar sonreír un poco. – Lo siento, no tenía intenciones de asustarte. – le aclaró por si acaso, sin dejar de observarlo.

Arn miró cómo la cama se hundía, escuchando aquella voz que sin duda venía del mismo lugar. Se levantó como si con eso fuera a conseguir algo, preguntándose si debía ir a buscar a Ian y decirle que escuchaba voces o quedarse allí y permanecer con el orgullo intacto -¿Es una broma?- preguntó de pronto, mirando alrededor e incluso en el baño, pensando de nuevo en lo de joder al recién llegado.

- ¿Puedes verme? – preguntó el albino, levantándose de la cama y acercándose a él, como si con ello fuese a mejorar su visión. – No es una broma.

El chico se quedó mirando adelante, sintiendo algo de frío de pronto y pensando en ponerse la camiseta, pero lo cierto es que no podía ni moverse. Comenzaba a ver algo frente a él, poco a poco como el rostro de un chico y su cuerpo delgado, vestido con ropa azul, de algún hospital… Alzó la mano tratando de sacudirse esa figura de delante, seguro de que estaba flipando.

El albino se echó atrás instintivamente, sólo por reflejo, sentándose completamente luego. – No tengas miedo. Me llamo Seiren.

Arn miró aquella figura, cada vez más nítida y cogió su camiseta del suelo, poniéndosela entre rojo y asustado, aún sin acercarse ni un mínimo –Si es una broma, no tiene gracia…- susurró aún sin querer creérselo, preguntándose por qué no se asustaba más.

- No es una broma, ya te lo dije. Y no, no sería muy graciosa. – le contestó, desviando la mirada por fin, y suspirando. Tal vez hubiese sido mejor no hablarle. Así como se ponía la camiseta, era posible que saliese huyendo.

-¿Estás muerto? ¿Eres un fantasma?- se acercó un poco, con las manos en los bolsillos , sacando una y aproximando los dedos y tocándole la mejilla. Apartó la mano como si quemase, aunque en realidad estaba frío.

El chico alzó la mirada de nuevo, sus ojos rojos observándolo con tristeza. -¿Vas a huir?

-Yo no huyo- espetó frunciendo el ceño –Además es mi cuarto… no tengo a dónde…- desvió la mirada incómodo preguntándose si no era más estúpido aún estar mirando a la pared. Lo miró de nuevo a la cara, notando su gesto. Claro que un fantasma no debía verse de otro modo… o al menos eso suponía.

- También es mi cuarto. – le sonrió delicadamente, aunque sus ojos seguían igual. – Y sí, soy un fantasma.

Arn se acercó un poco, sentándose en la otra esquina de la cama –Creí que los fantasmas eran terroríficos… lo miró de soslayo, como vigilándolo a cada rato –Es tu cuarto… así que… ¿duermes en mi cama?

- Depende.... – respondió vagamente, pensando en aquellos momentos en los que no se encontraba exactamente allí. – En realidad, una vez que mueres no tienes necesidad de dormir. Y esta cama no estaba aquí hace unos días.

-No duermes, claro… pero estas aquí… ¿o te vas a veces? ¿Estabas antes cuando vine y me dormí en la cama?

El chico negó con la cabeza. – A veces estoy en donde solía estar. Cuando este sitio no era así. Y no, es la primera vez que te veo. –se puso de pie, pensando que hacía muchas preguntas pero era natural. En realidad, le sorprendía que no estuviera en el otro lado del edificio ya.

-¿Por qué te levantas?- se echó un poco atrás en el colchón, apoyando las manos y usándolas para levantarse también frente a él, por si acaso. Lo miró a los ojos fijamente –Esto… no parece real…- lo tocó de nuevo con la punta del dedo -¿Esto era un hospital entonces? Y tú eres…eras un paciente… ¿no?

- Sí, puedes decir eso. – parpadeó ante aquel leve toque.- No te voy a hacer daño, sólo me levanté... No te asustan los fantasmas ¿verdad?

-Supongo que sí… pero tú no das miedo- se sentó de nuevo en la cama, sin dejar de observarlo. Lo cierto es que hubiera creído que de ver un fantasma saldría huyendo.

El albino le sonrió levemente acercándose. – Me alegra eso.

Arn se quedó en silencio, observando de cara al pasillo porque escuchaba pasos, aunque suponía que igual era algún profesor o el vigilante que teóricamente debía estar allí. Pero la puerta se abrió y entró el chico del comedor seguido de unos cuatro más -¿Estás preparado para tu iniciación?- preguntó sonriendo con algo de socarronería.

El moreno, que se tensó de inmediato, se levantó observándolo. Eran cinco, como había imaginado, el tipo no vendría solo. Ahora sí que era momento de acudir a Ian y olvidarse del orgullo. Pasó por su lado y sintió que lo empujaba, pero no hizo nada, por más que le hirviese la sangre. Lo empujaron de nuevo, esta vez fuera del cuarto y se levantó sin poder razonar por más tiempo, le temblaba todo el cuerpo pero era por lo furioso que estaba, comenzó a pegar al que lo había empujado pero contra cinco estaba resultando demasiado, sentía que le caían golpes por todas partes.

Soren se puso de pie en su habitación, escuchando el ruido fuera. Sabía lo que era, probablemente no le convenía meterse en el asunto, pero no podía evitarlo. Deseaba ver de qué estaba hecho el nuevo. Abrió la puerta, y se detuvo, observando, el vigilante por ningún lado, claro. Y Arn no parecía estar en ventaja.

El albino mientras había salido al pasillo, tratando de que lo escuchasen, pero era en vano. No deseaba que le hicieran daño, no ahora que por fin podía hablar con alguien.

El moreno pisó a uno de ellos que aún estaba tirado en el suelo desde que hubieran comenzado, sujetó la pierna del que trataba de golpearle y tiró de ella hacia él, levantando después su rodilla y golpeándole en los testículos varias veces hasta que el tipo cayo por su propio peso al suelo, retorciéndose.

-¿Así que te gusta ahí? Como a las niñas…

-Al menos no necesito a cuatro para pelearme contra uno- miró a los tres que quedaban, aún sin moverse, se echaron a la vez sobre él. Sintió cómo le sangraba la frente tras golpearse contra la cabeza del otro tipo, pero no podía soportarlo, que estuvieran agarrándole las manos así.

- Ya es suficiente ¿no?! – interrumpió el chico por fin, asqueado por aquella manera de pelear.

- Soren, tú mantente fuera de esto, imbécil! ¿O tú también quieres, eh? – el tío se traqueó los nudillos colocándose entre el pelirrojo y la pelea, y por un momento, el chico parpadeó confundido al ver cómo uno de los atacantes se tambaleaba hacia atrás al parecer sin motivo.

Sacudió la cabeza, frunciendo el ceño. – Vete a la mierda! – exclamó como para aclararse la mente, lanzándose de cabeza contra el tipo.

Arn se echó hacia atrás contra la pared, golpeándose varias veces, resistiéndose al chico que trataba de salir detrás de él y sujetando sus brazos él ahora, hasta que se cayó al suelo y golpeó con su propia espalda.

Sujetó por la camiseta al que todavía estaba atontado por los empujones de Seiren, mirando a todos lados quien estaba empujándolo –Hay algo aquí!- gritó como histérico aún cuando Arn levantaba el puño para estamparlo en su cara una y otra vez sin parar.

Soren cayó al piso junto con el otro chico, tratando de mantener el control y sintiendo cómo le metía un puñetazo en el rostro. Alzó la pierna, pateándolo en el estómago y subiendo sobre él usando todas sus fuerzas, jadeando. -¿Sabes.... que ese chico.... mató a alguien a golpes?... – sonrió, el otro sujetándolo del cuello y lanzándolo de nuevo, poniéndose de pie.

El albino se colocó frente a Arn, como protegiéndolo a pesar delo que hacía. No sabía qué estaba sucediendo, ni le agradaba la violencia ni la sangre. Sujetó al chico que venía hacia ellos ahora, por la camiseta, deteniéndolo.

-¿Qué?! ¿Qué sucede? ¿Qué está pasando? – gritó el otro manoteando sin ver nada.
¿Qué...? – el pelirrojo abrió más los ojos, sin comprender nada, de pronto recordando su conversación con Arn, y alzando un poco la voz. – Irás a la cárcel.

El moreno soltó al tipo casi instantáneamente, mirando a su alrededor. No estaba ni siquiera muy seguro de cómo habían ido las cosas, pero ahora tenía la mano llena de sangre del tío ese y había cuatro tíos en el suelo y uno que había echado a correr ahora mismo. ¿Por qué nunca podía detenerse? ¿Es que estaba mal de la cabeza? Sujetó a uno de los tipos de los brazos y lo arrastró por el pasillo en silencio, mirando abajo, metiéndolo en una de las habitaciones vacías al igual que pensaba meter a los otros tres que quedaban ahí.

Soren se puso de pie, yendo tras él, ahora curioso, quisiera o no. – Ey! ¿Qué haces? Los van a buscar ¿sabes?

-Bueno, pues suerte y que los encuentren, no quiero dejarlos ahí y llevarme yo la culpa, fueron ellos ¿no?!- lo miró a los ojos aún alterado –Así tal vez les de tiempo a largarse por su propio pie sin líos para ninguno, pero si los ve el vigilante… habrá mierda lista para todos- Cerró la puerta mirando a Seiren en el pasillo, sabía que lo había ayudado, pero el chico estaba desvaneciendo, probablemente regresando a aquel lugar. No podía evitarlo, tal parecía que era débil incluso después de morir.

- ¿Qué tanto miras? – el pelirrojo siguió su mirada, serio y luego al chico. - ¿Viste lo que sucedió?

-Sí…- el moreno lo miró y se frotó la mano contra el pantalón para quitarse la sangre de la piel más o menos –No sé… creo que estaba haciendo el gilipollas…- disimuló, mirándolo a los ojos. ¿Quién le iba a creer que había un fantasma en su cuarto? Además… ni siquiera quería contárselo a nadie.

Soren se le quedó mirando, sin creerle nada, sabía que ocultaba algo, pero ni idea de qué podía ser.- Ese tío..... es un idiota pero no hace el gilipollas. – se giró, caminando hacia su habitación.

-Eh… gracias…- miró a su espalda, acercándose a su propio cuarto y esperando por si acaso, aunque no estaba muy seguro ni siquiera de si debía haberle agradecido.

El pelirrojo se giró serio, sin saber cómo reaccionar exactamente, murmurando. – Me gusta cómo peleas, es todo.

Arn lo miró a los ojos pensando que entonces debía gustarle el hecho de que machacase a la gente y no supiera cuando detenerse. Sonrió de medio lado pensando que le agradaba a pesar de que era muy malo disimulando –Ya será que te agrado yo… te debo una, como sea- se metió en el cuarto y cerró la puerta.

Soren se quedó mirando el pasillo a oscuras, pasándose una mano por el cabello luego antes de entrar a su cuarto. Tenía la impresión de que se estaba complicando la vida.

-¿Estás aquí?- el moreno pasó por el cuarto, esperando poder ver a aquel chico de nuevo y dirigiéndose al baño para limpiarse las manos y la cara.

El albino apareció tras él, un poco más débil su imagen ahora.- Aún.... no me he ido.

-¿Te estás yendo?- se volteó sorprendido al ver aquella imagen reflejada en el espejo del baño y se giró para verlo directamente aunque aún un poco asustado -¿Te vas?- alzó la mano para tocarle el brazo, atravesando la imagen como si no fuera real.

- Sólo por un tiempo. Ya te dije, a veces me voy a donde solía estar.... – sonrió ligeramente para no alterarlo. – No soy muy fuerte.

-¿Qué quiere decir eso?- lo miró fijamente como si por eso no fuera a desaparecer. Se sentía extraño de no querer que se fuera cuando no sabía ni quien era, es más… era un muerto… pero no quería quedarse sólo allí -¿Vas a volver?

- Sí, voy a volver. No puedo morir ya – le recordó por si era eso lo que le preocupaba. - ¿Aún estarás aquí cuando regrese?

-Estaré años aquí…- lo observó desvanecerse –pero a lo mejor estoy abajo en las clases o en el taller…

- Entonces esperaré... – susurró ya, pensando que no tenía otra opción de todas maneras y desapareciendo por fin.

-Pero puedes salir…- susurró de todos modos al aire pensando que todo era más deprimente ahora que estaba solo. Se dejó caer en la cama de nuevo sin ganas siquiera de ponerse la ropa de dormir.

 
 

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